Los retos del movimiento comunal ante la
realidad global del cambio climático
Luisa Fernanda León Luque
Presidenta JAC Consolación
Las condiciones
climáticas se están modificando cada vez más por el aumento acelerado de los
gases efecto invernadero, generando fases extremas de variabilidad climática, a
tal punto que han generado en el largo plazo un cambio climático global.
Según la Universidad
Nacional de Colombia y el IDEAM (2018) en los últimos tres siglos se ha
acentuado la actividad humana y se ha intensificado su efecto en el sistema
climático. A través de la quema de combustibles fósiles para producción de
energía y de la transformación de las características de la superficie
terrestre está generando cambios en la composición de la atmósfera (particularmente
el aumento de gases de efecto invernadero, proceso que altera el balance de
radiación del sistema tierra-atmósfera.
El cambio climático,
es uno de los principales factores de riesgo para los sistemas socio-ecológicos
a nivel global por la presencia de fenómenos meteorológicos extremos (lluvias
torrenciales, heladas, sequías y olas de calor) que generan una pérdida de la biodiversidad
y una sustancial reducción de agua dulce y en la producción agrícola hacia
finales del siglo XXI (Kumar Misra, 2014 ).
En general, el país
se verá afectado de manera diferenciada por la variabilidad y el cambio
climático, los ecosistemas sufrirán una importante transformación en su
estructura, dinámica y función, a tal punto que según el diario La República
(2018) la vulnerabilidad es tanta que al país le puede llegar a costar $3,8
billones al año por no adaptarse al cambio climático, alrededor de 88% de los
desastres que ocurren hoy en día en el país son de origen hidrometeorológico.
¿Pero
cuál es el papel y los retos de las organizaciones comunales en la reducción
del cambio climático? algunos de ellos son:
1.
En materia de
fortalecimiento organizacional, es necesario hacer énfasis en el principio de
autonomía y autogestión, la planeación debe ser un instrumento de gestión del
desarrollo de la comunidad a través de la elaboración y ejecución del Plan
Barrial o el plan de desarrollo comunal y comunitario (Ley 743 de 2002).
2. La
sustentabilidad y la participación activa de la comunidad deben ser uno de los
principios y ejes estructuradores del Plan, de la mano con la inclusión y la
equidad, a través de programas y proyectos que le apuesten a un Buen Vivir,
como el desarrollo de hábitos sustentables y de vida, protección de las fuentes
hídricas y cuerpos de agua (como lo es en Engativá el Humedal Jaboque y Juan
Amarillo y sus zonas de amortiguación), reducción del consumo de productos
innecesarios, separación en la fuente de residuos, agricultura urbana y siembra
de árboles, pensando en las
posibilidades de generar proyectos sociales y productivos comunales
verdes o sustentables.
3. El
plan debe ir acompañado de un componente de formación de nuevos liderazgos y
especialmente que las mismas organizaciones comunales abran espacios para la
participación de la juventud, de las mujeres entre otros.
Para finalizar, en materia
de participación, el rol de las Juntas de Acción Comunal implica ser un eje
articulador desde los territorios con el fin de crear redes de conocimiento
comunitario para aumentar la capacidad de adaptación y resiliencia al cambio
climático y desarrollar acciones colectivas locales–globales con las diferentes
organizaciones de la sociedad civil, sector público y sector privado que le
permitan avanzar hacia propuestas diversas y sustentables.
La corresponsabilidad de los
capitalinos
Nidia Acevedo Botello
Comunicadora social
Los problemas de Bogotá, son problemas comunes en todas las ciudades.
Lo que nos pasa a diario no es responsabilidad de una administración, es normal
en una ciudad que día a día se ve obligada a reinventarse porque anualmente
está recibiendo centenares de personas que llegan desde diferentes zonas de la
geografía nacional (e internacional, si tenemos en cuenta a los venezolanos que
están llegando a nuestra ciudad) , con el espejismo de encontrar mejores condiciones
de vida en la gran capital.
Bogotá es una ciudad donde todo sucede de manera vertiginosa sin
respetar las condiciones de sus habitantes. Bien lo dijo Paul Auster: “Cuando vives en la ciudad, aprendes a no
dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento o te das la vuelta para mirar
otra cosa y aquella que tenías adelante
desaparece de repente…”
Entre los temas que se mueven diariamente y desafían la ciudad se
encuentran la migración, la pobreza, la movilidad, la seguridad, el medio
ambiente, la gobernanza, los servicios públicos, la pertenencia y, como lo dice
el Plan de Desarrollo Local, la felicidad.
De ahí que urge la necesidad de repensar la ciudad, donde todos
estemos comprometidos y empoderados de esta gran casa llamada Bogotá y dejemos
de pensar que los males que la aquejan son culpa de los de izquierda o derecha
y por ende competencia de sus gobernantes, como algo lejano que nada tiene que
ver con cada uno de nosotros. Se equivocan quienes así piensen.
Bogotá, como todas las ciudades, está para sentirla y palpitar con
ella, para percibirla con todos los sentidos y ¿por qué no? para soñarla y
proponerla de una manera mejor.
Pero para eso tenemos que actuar, interviniendo espacios públicos,
saliendo con nuestras mascotas, nuestros niños y abuelos a caminar los parques,
preocupándonos por nuestro metro cuadrado, por nuestro vecino y nuestro barrio.
También debemos rescatar los valores, la amabilidad, la delicadeza y la
gentileza de antaño con la que fueron criados los abuelos. Hoy, Bogotá es de
todos y no es de nadie. El desconocimiento por la ciudad y la inmersión de
otras formas de vida han desaparecido silenciosamente la bondad típica del
capitalino.
Por eso, el llamado en esta edición es a tomar el reto de actuar de
manera decidida en pro de la ciudad. A
construir una agenda propositiva que permita a cada ciudadano entender la
ciudad, comprender su diversidad, explorar su caos y de manera tranquila
ayudarla a ser mejor ciudad. Es casi una obligación para los bogotanos, propios
o adoptados, aprender a convivir con ella y en ella. No hay otra opción. Para
soñarla y construirla de la mejor manera y para dejarle a las nuevas
generaciones y a los nuevos “citadinos a la brava” un lugar amable donde
habitar.
Empecemos por actuar en asuntos como la sana convivencia. Concienticémonos de que
las soluciones y los espacios públicos no son solamente de la policía y administración. Revisemos cómo
estamos contribuyendo como ciudadanos a mejorar nuestro entorno.
¿Saco la basura a tiempo? ¿Recojo las heces de mi mascota? ¿Contamino
el medio ambiente? ¿Ocupo el espacio público? ¿Soy indiferente a lo que sucede
en mi barrio?
Nos quejamos diariamente de la difícil situación en la ciudad. Pero, ¿qué
estamos haciendo nosotros para cambiarla?
A su conciencia queremos dejar el reto de repensar la ciudad,
proponerla en positivo y en este sentido actuar. Manos a la obra.
Urge política de
control al cambio climático
Nidia Acevedo
Botello
Comunicadora social
Sin una verdadera
cultura ambiental que facilite el cambio de percepción que se tiene frente a
los cuerpos de agua o humedales de las ciudades y por ende permita transformar
los comportamientos y relaciones con ellos, es muy difícil lograr la reducción
de emisión de gases efecto invernadero –GEI- arrojados a nuestra atmósfera, la
misma que nos permite respirar y mantenernos vivos con nuestra familia y
nuestra sociedad.
En el reciente
informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Climático –IPCC-, se
evidencia que durante el período de 2000 a 2010 (y siguientes), “el crecimiento poblacional y el crecimiento
económico fueron los principales motores de las emisiones, y sin esfuerzos
dirigidos para cambiar ello, se espera que continúen siendo los motores clave”.
En la ciudad de Bogotá, dadas las
condiciones de desplazamiento y migración interna que se viven dentro del país
como consecuencia del conflicto armado y de las erradas políticas económicas
que han dejado sin trabajo a los campesinos y los ciudadanos de provincia, se
ha experimentado durante los últimos cinco años un incremento gigantesco de su
población. Ciudadanos que vienen en búsqueda de nuevas oportunidades de vida,
pero que no conocen el arraigo de la ciudad y su intrínseca relación con el
agua.
Hoy, viven en la
capital cerca de 8 millones de habitantes, que utilizan aproximadamente dos
millones de vehículos y arrojan alrededor de 6.500 toneladas de basura diarias,
de las cuales cerca de 2.000 van a parar al río Bogotá a través de sus a
afluentes. A las basuras, se les suman otras prácticas anti-ambientales como
las conexiones de desagües de residuos sólidos, la desecación de los cuerpos de
agua para la construcción y la falta de educación a los ciudadanos y de
mantenimiento a humedales, quebradas y redes de alcantarillado. Lo anterior,
reafirma lo plasmado en el informe del IPCC, donde relaciona que “los científicos están entre un 95% y un 100% seguros de que los
humanos causaron la mayor parte del cambio climático desde 1950”.
Por tanto, “sin una estrategia agresiva
de mitigación para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en este
siglo, la temperatura estará encaminada a aumentar más de 2 grados centígrados.
Esto llevaría a cruzar un umbral de calentamiento catastrófico con
consecuencias globales devastadoras”. Estrategia que sin lugar a dudas debe
involucrar autoridades, ciudadanía, organizaciones, academia, medios de
comunicación y diversos sectores de la sociedad.
Mientras no se dé una decidida
intención de socializar y aplicar prácticas claras y concretas que transformen
las acciones humanas por otras más amigables con el medio ambiente y que
propendan por la reducción de los GEI, continuaremos viendo el incremento
desmedido de la frecuencia y la intensidad de lluvias intempestivas con
tormentas y sus consabidas inundaciones, el incremento de la temperatura global
que haría imposibles actividades normales como cultivar o trabajar en la calle
y el aumento de infecciones respiratorias que colapsan el precario sistema de
salud existente y paralizan la actividad laboral, amenazando con llevar a la
tumba a niños y personas mayores, los más vulnerables.
Ojalá los robustos
presupuestos destinados a otras ejecuciones, también lleguen a la implementación de estrategias de mitigación
al cambio climático, por el bien de la actual y la futura humanidad.
LA VENTA DE
ISAGÉN – UN GRAVE ERROR
Juan
Guillermo Guerrero*
La venta de la
empresa Isagén me parece un error. Va en contra de la convicción que tenemos
muchos de nosotros, que Colombia tiene el combustible ecológico – los recursos
naturales - para producir electricidad suficiente para sus ciudadanos e
inclusive para venderla a otros países de Latinoamérica.
El argumento del
presidente Santos que Isagén no tiene valor estratégico no es cierto, porque
técnicamente, una sola de sus plantas puede reiniciar toda la red eléctrica del
país. Además, el valor de Isagén no se puede medir solo por su rentabilidad
monetaria, porque esta empresa contribuye a nuestra soberanía eléctrica, a
cuidar nuestro medio ambiente y ayudar a la gente con labores sociales.
Es interesante el
ejemplo de CODENSA, una empresa eléctrica española estatal que se vendió a una
empresa italiana y otros accionistas en los años 1980 y 90. Como consecuencia,
el precio de la electricidad aumentó notablemente.
El aspecto quizás
más interesante de Isagén fue, que a pesar de operar grandes centrales
hidroeléctricas, también invirtió mucho en el estudio de las formas de energía
alternativas. Colombia tiene una riqueza de recursos naturales que le permite
optar por energías limpias que hasta nos podrían convertir en pioneros en este
campo.
Somos uno de los
países del mundo con más abundancia de agua. En lugar de grandes centrales
hidroeléctricas, serían más sostenibles mini-centrales cerca de las
poblaciones. Estas no necesitan líneas de transmisión y no inundan las tierras
de los pequeños agricultores y de los indígenas construyendo embalses. El
sistema energético se puede complementar con la energía fotovoltaica de
autoconsumo, que cada uno produce en su tejado, la fotovoltaica aislada, la
energía mini-eólica (del viento) y de biomasa -ante todo en zonas aisladas
donde no llega la interconexión eléctrica nacional.
La conversión a
las energías renovables se debe acompañar del ahorro energético que contribuye
a un sistema más sostenible y ayuda a financiar la conversión. El ahorro
conlleva la educación de los ciudadanos sobre el tema y el uso de equipos
ahorradores, en lugar de la tecnología obsoleta ya prohibida en muchos países
del primer mundo, como los calentadores de agua de paso directo o los bombillos
incandescentes.
Preguntaría al
Señor Presidente, ¿qué es un activo estratégico para Usted? ¿Es un buen negocio
para las empresas privadas – la venta de Isagén – o son los recursos naturales
que son patrimonio de todos los colombianos?
*Ingeniero Civil especializado en recursos hidráulicos
y energías renovables. Ha sido director de proyectos en CONCIVEL, Colombia;
director de obra en la empresa española ENERSUN; director de proyectos en
ASEPROINSOLAR, Madrid; responsable de ingeniería y proyectos en ENERBIOSOL,
Madrid. Experto en energía solar fotovoltaica de la UNED, España; proyectista
instalador en energía solar térmica y fotovoltaica por CENSOLAR, España y docente
en CEFOIM – Centro de Formación de Instaladores y Mantenedores – en
Fuenlabrada, Madrid.
Autor del libro Curso de Energía Solar Térmica, de la editorial CEFOIM.
Actualmente, es asesor en la empresa colombiana Xuen Soluciones Energéticas
Renovables SAS.
Mejoremos el Humedal Jaboque
para que todos podamos disfrutarlo con orgullo
Por: Fabian Chibcha
Abogado, Especialista en Gestión Ambiental
y Magister en Gestión Urbana.
Vocero del grupo de vecinos “Engativá
Ambiente Diverso”
@fabianchibcha
Éste importante espacio
natural se ubica al occidente de la localidad de Engativá, fluye desde Álamos, hacia
Villas del dorado y Villas de Granada hasta el Río Bogotá, en lengua de
chibcha, Jaboque significa “Tierra de Abundancia”, que aún hoy se expresa en la
diversa fauna y flora que lo habita, compuesta por especies nativas de gran
valor, pero que se encuentran amenazadas por varios factores como la
disposición de desechos de construcción, demolición y residuos sólidos,
conexiones ilegales de aguas servidas e invasión de la zona inundable por parte
de animales domésticos, igualmente el exceso de contaminación sonora ahuyenta
varias especies de aves y mamíferos; en el aspecto social se presentan varios
tipos de vulnerabilidades y dificultades en el acceso a oportunidades,
especialmente en los sectores de La Faena y Unir II, las cuales deben ser
resueltas por la administración distrital y atendidas por la alcaldía local.
Desde Engativá
Ambiente Diverso y como vecinos del sector con soporte técnico, proponemos un Plan
de Mejoramiento Integral del territorio así:
Crear un espacio distrital y local en
el cual las instituciones y los habitantes de la zona puedan exponer sus
propuestas y realizarlas por medio de Gestión Asociada; Instalar de
equipamientos culturales y recreacionales que sean puntos de encuentros
comunitarios de los sectores aledaños, para desarrollar actividades sociales,
artísticas y lúdicas; Generar corredores alternos para la movilidad peatonal,
ciclística y vehicular adoquinada (transito lento y estructuras permeables)
para reducción del ruido y generación de entornos más amigables con la fauna y
los flujos hídricos.
Construcción de espacio público VERDE en
las áreas recuperadas, de zonas blandas reforestadas con especies nativas, las
cuales serán incluidas dentro del futuro “Parque Ecológico Distrital del
Humedal Jaboque”, incluyendo la construcción de un centro de desarrollo
cultural, el cual deberá tener un Plan de manejo ambiental – PMA por medio de
jardines y paisajismo. Demarcación de senderos y miradores naturales permeables
en arena y grava paralelos a la ronda, con elementos de arquitectura sostenible
para el desarrollo de actividades ecoturísticas como avistamiento de aves,
caminatas, educación ambiental, cultura ciudadana, promoción del reciclaje y
apropiación comunitaria.
Cerramiento traslúcido del Humedal
para control y vigilancia de los puntos y horarios de acceso, que mejorará la
calidad ambiental para la fauna y reducirá el factor de inseguridad, que
impactando positivamente en zonas aledañas como Villas de Granada, Villas del
dorado y Garcés Navas; gracias a su ubicación dentro de la ciudad, será un lugar
para el disfrute de residentes de barrios como Ciudadela Colsubsidio, Cortijo,
Bochica, Bachué, Quirigua, Villa Luz, Normandía, Álamos o Santa Helenita, todo
esto redundará en beneficios para nuestras familias y la de nuestros vecinos,
convirtiéndolo en un espacio que sea orgullo de la localidad y de Bogotá que
atraerá ecoturistas nacionales y extranjeros, lo que traerá oportunidades de emprendimiento
para los residentes de sus riveras y dignificará a varios sectores que
presentan altos niveles de vulnerabilidad, mejorando la percepción de seguridad
y dando un nuevo uso y significado a nuestra valiosa reserva natural. Que todo
esto sea una realidad, depende la responsabilidad que como ciudadanos tenemos a
la hora de elegir a nuestros ediles locales (JAL Engativá) conociendo sus hojas
de vida, su trayectoria y sus propuestas, ya que todos los aspectos locales
incluyendo mantenimiento de parques, vías y andenes barriales les atañe, ya que
los ediles, no solo seleccionan al Alcalde Local, sino que también hacen
control y vigilancia a la ejecución de proyectos como el que necesita el
humedal y los barrios de su entorno, por lo cual hacemos un llamado usted
vecino de la localidad, a ser responsable con su elección y hacer que buenos
ciudadanos nos representen.
-www.fabianchibcha.com
#YoAmoLosHumedales #ChibchaVerde83 #AHORAEngativá
Los retos del movimiento comunal ante la
realidad global del cambio climático
Luisa Fernanda León Luque
Presidenta JAC Consolación
|
Las condiciones
climáticas se están modificando cada vez más por el aumento acelerado de los
gases efecto invernadero, generando fases extremas de variabilidad climática, a
tal punto que han generado en el largo plazo un cambio climático global.
Según la Universidad
Nacional de Colombia y el IDEAM (2018) en los últimos tres siglos se ha
acentuado la actividad humana y se ha intensificado su efecto en el sistema
climático. A través de la quema de combustibles fósiles para producción de
energía y de la transformación de las características de la superficie
terrestre está generando cambios en la composición de la atmósfera (particularmente
el aumento de gases de efecto invernadero, proceso que altera el balance de
radiación del sistema tierra-atmósfera.
El cambio climático,
es uno de los principales factores de riesgo para los sistemas socio-ecológicos
a nivel global por la presencia de fenómenos meteorológicos extremos (lluvias
torrenciales, heladas, sequías y olas de calor) que generan una pérdida de la biodiversidad
y una sustancial reducción de agua dulce y en la producción agrícola hacia
finales del siglo XXI (Kumar Misra, 2014 ).
En general, el país
se verá afectado de manera diferenciada por la variabilidad y el cambio
climático, los ecosistemas sufrirán una importante transformación en su
estructura, dinámica y función, a tal punto que según el diario La República
(2018) la vulnerabilidad es tanta que al país le puede llegar a costar $3,8
billones al año por no adaptarse al cambio climático, alrededor de 88% de los
desastres que ocurren hoy en día en el país son de origen hidrometeorológico.
¿Pero
cuál es el papel y los retos de las organizaciones comunales en la reducción
del cambio climático? algunos de ellos son:
1.
En materia de
fortalecimiento organizacional, es necesario hacer énfasis en el principio de
autonomía y autogestión, la planeación debe ser un instrumento de gestión del
desarrollo de la comunidad a través de la elaboración y ejecución del Plan
Barrial o el plan de desarrollo comunal y comunitario (Ley 743 de 2002).
2. La
sustentabilidad y la participación activa de la comunidad deben ser uno de los
principios y ejes estructuradores del Plan, de la mano con la inclusión y la
equidad, a través de programas y proyectos que le apuesten a un Buen Vivir,
como el desarrollo de hábitos sustentables y de vida, protección de las fuentes
hídricas y cuerpos de agua (como lo es en Engativá el Humedal Jaboque y Juan
Amarillo y sus zonas de amortiguación), reducción del consumo de productos
innecesarios, separación en la fuente de residuos, agricultura urbana y siembra
de árboles, pensando en las
posibilidades de generar proyectos sociales y productivos comunales
verdes o sustentables.
3. El
plan debe ir acompañado de un componente de formación de nuevos liderazgos y
especialmente que las mismas organizaciones comunales abran espacios para la
participación de la juventud, de las mujeres entre otros.
Para finalizar, en materia
de participación, el rol de las Juntas de Acción Comunal implica ser un eje
articulador desde los territorios con el fin de crear redes de conocimiento
comunitario para aumentar la capacidad de adaptación y resiliencia al cambio
climático y desarrollar acciones colectivas locales–globales con las diferentes
organizaciones de la sociedad civil, sector público y sector privado que le
permitan avanzar hacia propuestas diversas y sustentables.
La corresponsabilidad de los capitalinos
Nidia Acevedo Botello
Comunicadora social
Los problemas de Bogotá, son problemas comunes en todas las ciudades.
Lo que nos pasa a diario no es responsabilidad de una administración, es normal
en una ciudad que día a día se ve obligada a reinventarse porque anualmente
está recibiendo centenares de personas que llegan desde diferentes zonas de la
geografía nacional (e internacional, si tenemos en cuenta a los venezolanos que
están llegando a nuestra ciudad) , con el espejismo de encontrar mejores condiciones
de vida en la gran capital.
Bogotá es una ciudad donde todo sucede de manera vertiginosa sin
respetar las condiciones de sus habitantes. Bien lo dijo Paul Auster: “Cuando vives en la ciudad, aprendes a no
dar nada por sentado. Cierras los ojos un momento o te das la vuelta para mirar
otra cosa y aquella que tenías adelante
desaparece de repente…”
Entre los temas que se mueven diariamente y desafían la ciudad se
encuentran la migración, la pobreza, la movilidad, la seguridad, el medio
ambiente, la gobernanza, los servicios públicos, la pertenencia y, como lo dice
el Plan de Desarrollo Local, la felicidad.
De ahí que urge la necesidad de repensar la ciudad, donde todos
estemos comprometidos y empoderados de esta gran casa llamada Bogotá y dejemos
de pensar que los males que la aquejan son culpa de los de izquierda o derecha
y por ende competencia de sus gobernantes, como algo lejano que nada tiene que
ver con cada uno de nosotros. Se equivocan quienes así piensen.
Bogotá, como todas las ciudades, está para sentirla y palpitar con
ella, para percibirla con todos los sentidos y ¿por qué no? para soñarla y
proponerla de una manera mejor.
Pero para eso tenemos que actuar, interviniendo espacios públicos,
saliendo con nuestras mascotas, nuestros niños y abuelos a caminar los parques,
preocupándonos por nuestro metro cuadrado, por nuestro vecino y nuestro barrio.
También debemos rescatar los valores, la amabilidad, la delicadeza y la
gentileza de antaño con la que fueron criados los abuelos. Hoy, Bogotá es de
todos y no es de nadie. El desconocimiento por la ciudad y la inmersión de
otras formas de vida han desaparecido silenciosamente la bondad típica del
capitalino.
Por eso, el llamado en esta edición es a tomar el reto de actuar de
manera decidida en pro de la ciudad. A
construir una agenda propositiva que permita a cada ciudadano entender la
ciudad, comprender su diversidad, explorar su caos y de manera tranquila
ayudarla a ser mejor ciudad. Es casi una obligación para los bogotanos, propios
o adoptados, aprender a convivir con ella y en ella. No hay otra opción. Para
soñarla y construirla de la mejor manera y para dejarle a las nuevas
generaciones y a los nuevos “citadinos a la brava” un lugar amable donde
habitar.
Empecemos por actuar en asuntos como la sana convivencia. Concienticémonos de que
las soluciones y los espacios públicos no son solamente de la policía y administración. Revisemos cómo
estamos contribuyendo como ciudadanos a mejorar nuestro entorno.
¿Saco la basura a tiempo? ¿Recojo las heces de mi mascota? ¿Contamino
el medio ambiente? ¿Ocupo el espacio público? ¿Soy indiferente a lo que sucede
en mi barrio?
Nos quejamos diariamente de la difícil situación en la ciudad. Pero, ¿qué
estamos haciendo nosotros para cambiarla?
A su conciencia queremos dejar el reto de repensar la ciudad,
proponerla en positivo y en este sentido actuar. Manos a la obra.
Urge política de control al cambio climático
Nidia Acevedo
Botello
Comunicadora social
Sin una verdadera
cultura ambiental que facilite el cambio de percepción que se tiene frente a
los cuerpos de agua o humedales de las ciudades y por ende permita transformar
los comportamientos y relaciones con ellos, es muy difícil lograr la reducción
de emisión de gases efecto invernadero –GEI- arrojados a nuestra atmósfera, la
misma que nos permite respirar y mantenernos vivos con nuestra familia y
nuestra sociedad.
En el reciente
informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Climático –IPCC-, se
evidencia que durante el período de 2000 a 2010 (y siguientes), “el crecimiento poblacional y el crecimiento
económico fueron los principales motores de las emisiones, y sin esfuerzos
dirigidos para cambiar ello, se espera que continúen siendo los motores clave”.
En la ciudad de Bogotá, dadas las
condiciones de desplazamiento y migración interna que se viven dentro del país
como consecuencia del conflicto armado y de las erradas políticas económicas
que han dejado sin trabajo a los campesinos y los ciudadanos de provincia, se
ha experimentado durante los últimos cinco años un incremento gigantesco de su
población. Ciudadanos que vienen en búsqueda de nuevas oportunidades de vida,
pero que no conocen el arraigo de la ciudad y su intrínseca relación con el
agua.
Hoy, viven en la
capital cerca de 8 millones de habitantes, que utilizan aproximadamente dos
millones de vehículos y arrojan alrededor de 6.500 toneladas de basura diarias,
de las cuales cerca de 2.000 van a parar al río Bogotá a través de sus a
afluentes. A las basuras, se les suman otras prácticas anti-ambientales como
las conexiones de desagües de residuos sólidos, la desecación de los cuerpos de
agua para la construcción y la falta de educación a los ciudadanos y de
mantenimiento a humedales, quebradas y redes de alcantarillado. Lo anterior,
reafirma lo plasmado en el informe del IPCC, donde relaciona que “los científicos están entre un 95% y un 100% seguros de que los
humanos causaron la mayor parte del cambio climático desde 1950”.
Por tanto, “sin una estrategia agresiva
de mitigación para reducir la emisión de gases de efecto invernadero en este
siglo, la temperatura estará encaminada a aumentar más de 2 grados centígrados.
Esto llevaría a cruzar un umbral de calentamiento catastrófico con
consecuencias globales devastadoras”. Estrategia que sin lugar a dudas debe
involucrar autoridades, ciudadanía, organizaciones, academia, medios de
comunicación y diversos sectores de la sociedad.
Mientras no se dé una decidida
intención de socializar y aplicar prácticas claras y concretas que transformen
las acciones humanas por otras más amigables con el medio ambiente y que
propendan por la reducción de los GEI, continuaremos viendo el incremento
desmedido de la frecuencia y la intensidad de lluvias intempestivas con
tormentas y sus consabidas inundaciones, el incremento de la temperatura global
que haría imposibles actividades normales como cultivar o trabajar en la calle
y el aumento de infecciones respiratorias que colapsan el precario sistema de
salud existente y paralizan la actividad laboral, amenazando con llevar a la
tumba a niños y personas mayores, los más vulnerables.
Ojalá los robustos
presupuestos destinados a otras ejecuciones, también lleguen a la implementación de estrategias de mitigación
al cambio climático, por el bien de la actual y la futura humanidad.
LA VENTA DE ISAGÉN – UN GRAVE ERROR
Juan
Guillermo Guerrero*
La venta de la
empresa Isagén me parece un error. Va en contra de la convicción que tenemos
muchos de nosotros, que Colombia tiene el combustible ecológico – los recursos
naturales - para producir electricidad suficiente para sus ciudadanos e
inclusive para venderla a otros países de Latinoamérica.
El argumento del
presidente Santos que Isagén no tiene valor estratégico no es cierto, porque
técnicamente, una sola de sus plantas puede reiniciar toda la red eléctrica del
país. Además, el valor de Isagén no se puede medir solo por su rentabilidad
monetaria, porque esta empresa contribuye a nuestra soberanía eléctrica, a
cuidar nuestro medio ambiente y ayudar a la gente con labores sociales.
Es interesante el
ejemplo de CODENSA, una empresa eléctrica española estatal que se vendió a una
empresa italiana y otros accionistas en los años 1980 y 90. Como consecuencia,
el precio de la electricidad aumentó notablemente.
El aspecto quizás
más interesante de Isagén fue, que a pesar de operar grandes centrales
hidroeléctricas, también invirtió mucho en el estudio de las formas de energía
alternativas. Colombia tiene una riqueza de recursos naturales que le permite
optar por energías limpias que hasta nos podrían convertir en pioneros en este
campo.
Somos uno de los
países del mundo con más abundancia de agua. En lugar de grandes centrales
hidroeléctricas, serían más sostenibles mini-centrales cerca de las
poblaciones. Estas no necesitan líneas de transmisión y no inundan las tierras
de los pequeños agricultores y de los indígenas construyendo embalses. El
sistema energético se puede complementar con la energía fotovoltaica de
autoconsumo, que cada uno produce en su tejado, la fotovoltaica aislada, la
energía mini-eólica (del viento) y de biomasa -ante todo en zonas aisladas
donde no llega la interconexión eléctrica nacional.
La conversión a
las energías renovables se debe acompañar del ahorro energético que contribuye
a un sistema más sostenible y ayuda a financiar la conversión. El ahorro
conlleva la educación de los ciudadanos sobre el tema y el uso de equipos
ahorradores, en lugar de la tecnología obsoleta ya prohibida en muchos países
del primer mundo, como los calentadores de agua de paso directo o los bombillos
incandescentes.
Preguntaría al
Señor Presidente, ¿qué es un activo estratégico para Usted? ¿Es un buen negocio
para las empresas privadas – la venta de Isagén – o son los recursos naturales
que son patrimonio de todos los colombianos?
*Ingeniero Civil especializado en recursos hidráulicos
y energías renovables. Ha sido director de proyectos en CONCIVEL, Colombia;
director de obra en la empresa española ENERSUN; director de proyectos en
ASEPROINSOLAR, Madrid; responsable de ingeniería y proyectos en ENERBIOSOL,
Madrid. Experto en energía solar fotovoltaica de la UNED, España; proyectista
instalador en energía solar térmica y fotovoltaica por CENSOLAR, España y docente
en CEFOIM – Centro de Formación de Instaladores y Mantenedores – en
Fuenlabrada, Madrid.
Autor del libro Curso de Energía Solar Térmica, de la editorial CEFOIM.
Actualmente, es asesor en la empresa colombiana Xuen Soluciones Energéticas
Renovables SAS.
Mejoremos el Humedal Jaboque para que todos podamos disfrutarlo con orgullo
Crónica de una tragedia anunciada
Nidia Acevedo Botello
Comunicadora Social
Miedo,
nervios y angustia invaden permanentemente a los vecinos del aeropuerto El
Dorado, luego del accidente de la avioneta en el barrio Luján. Centenares de
familias sienten amenazado su patrimonio y su salud física, mental y emocional.
¿Quién Responde?
Después del accidente
de la aeronave bimotor, que el pasado domingo 18 de octubre cayó sobre una casa
en el barrio El Luján, el miedo y la incertidumbre se apoderan de los vecinos
del sector. Y no es para menos, pues tienen que soportar diariamente el ruido
del paso de las aeronaves que despegan muy bajo desde el aeropuerto El Dorado
cada minuto y que con la reciente ampliación de la licencia para operar 24
horas (ver recuadro) no habrá tregua de día ni de noche.
Como un macabro recuerdo que
les partió en dos sus vidas, tendrán que convivir con aquel momento cuando
escucharon una explosión fuerte y al salir, vieron la tradicional panadería
Villa Suiza, ubicada en la esquina de la calle 64B con 77F, cubierta en llamas.
La comunidad grita pero nadie la
escucha
Esta tragedia deja al
descubierto un peligro latente que se ha anunciado desde hace más de quince
años cuando las comunidades organizadas de Fontibón y Engativá evidenciaron el
riesgo que corren por quedar literalmente debajo de las decisiones de la
Aerocivil.
La licencia ambiental otorgada
por el Ministerio de Medio Ambiente mediante resolución 1330 del 7 de noviembre
de 1995, estableció que a partir del primero de enero del 2000 no podían volar
en el Aeropuerto los aviones más antiguos y ruidosos, catalogados como de
primera y segunda generación en la clasificación internacional. La avioneta
colapsada era modelo 1977. Es decir, la reglamentación es un saludo a la
bandera y las gestiones de la comunidad que desde esa época ha
recurrido a todo tipo de mecanismos para hacer sentir su voz, han sido
ignoradas.
Ejemplo de ello es la nueva
tutela interpuesta por la Veeduria Ciudadana VESAME, en cabeza de su Vocero
Helmman Cantor, en defensa del medio ambiente, la salud y la vida por la
afectación del Aeropuerto el dorado y la nueva licencia expedida por la ANLA.
Sin embargo, hoy el Estado
somete a las comunidades aledañas a convivir con un aeródromo que les amenaza
permanentemente su salud física y mental y no toma decisiones favorables ni
definitivas para su bienestar. Algunos recuerdan con ironía las obras de
mitigación de ruido que hace algunos años se colocaron en puertas y ventanas,
que sólo sirvieron para criar ratas y albergar gérmenes en el hogar, pero no
insonorizaron de verdad. La Secretaria de Salud de Bogotá señaló en un estudio
reciente que el 37% de los residentes en Fontibón padece insomnio de carácter
crónico y en la población infantil el daño auditivo causa problemas de
desarrollo y progreso escolar.
Todo sigue como si nada
Entre tanto, los barrios Villa
Luz, El Encanto, Álamos y El Luján, no salen de la conmoción, pues cada vez que
oyen el enloquecedor ruido de las aeronaves se estremecen y piensan que la
tragedia pudo ser peor.
“A pocas cuadras había un salón
comunal con 300 personas, una cancha de fútbol repleta y ahora hay muchos
edificios que han dejado erigir, sin medir los riesgos”, dijo Olga Lucía
Torres, presidenta de la junta de acción comunal del barrio Villa Luz.
Lo más grave es que ni el dolor
de las familias ni la conmoción ciudadana hacen mella en las entidades del
sector y la operación aeroportuaria continúa como si nada, pese a la grave
situación. Dónde está la responsabilidad de la Aerocivil y el Ministerio de
Transporte? Será que toca esperar una tragedia de mayor magnitud para tomar
decisiones concretas? Dios nos libre de semejante situación!.
A Bogotá le falta un millón de árboles para mitigar cambio climático Comunicadora Social
Miedo,
nervios y angustia invaden permanentemente a los vecinos del aeropuerto El
Dorado, luego del accidente de la avioneta en el barrio Luján. Centenares de
familias sienten amenazado su patrimonio y su salud física, mental y emocional.
¿Quién Responde?
Después del accidente de la aeronave bimotor, que el pasado domingo 18 de octubre cayó sobre una casa en el barrio El Luján, el miedo y la incertidumbre se apoderan de los vecinos del sector. Y no es para menos, pues tienen que soportar diariamente el ruido del paso de las aeronaves que despegan muy bajo desde el aeropuerto El Dorado cada minuto y que con la reciente ampliación de la licencia para operar 24 horas (ver recuadro) no habrá tregua de día ni de noche.
Como un macabro recuerdo que
les partió en dos sus vidas, tendrán que convivir con aquel momento cuando
escucharon una explosión fuerte y al salir, vieron la tradicional panadería
Villa Suiza, ubicada en la esquina de la calle 64B con 77F, cubierta en llamas.
La comunidad grita pero nadie la
escucha
Esta tragedia deja al
descubierto un peligro latente que se ha anunciado desde hace más de quince
años cuando las comunidades organizadas de Fontibón y Engativá evidenciaron el
riesgo que corren por quedar literalmente debajo de las decisiones de la
Aerocivil.
La licencia ambiental otorgada
por el Ministerio de Medio Ambiente mediante resolución 1330 del 7 de noviembre
de 1995, estableció que a partir del primero de enero del 2000 no podían volar
en el Aeropuerto los aviones más antiguos y ruidosos, catalogados como de
primera y segunda generación en la clasificación internacional. La avioneta
colapsada era modelo 1977. Es decir, la reglamentación es un saludo a la
bandera y las gestiones de la comunidad que desde esa época ha
recurrido a todo tipo de mecanismos para hacer sentir su voz, han sido
ignoradas.
Ejemplo de ello es la nueva
tutela interpuesta por la Veeduria Ciudadana VESAME, en cabeza de su Vocero
Helmman Cantor, en defensa del medio ambiente, la salud y la vida por la
afectación del Aeropuerto el dorado y la nueva licencia expedida por la ANLA.
Sin embargo, hoy el Estado
somete a las comunidades aledañas a convivir con un aeródromo que les amenaza
permanentemente su salud física y mental y no toma decisiones favorables ni
definitivas para su bienestar. Algunos recuerdan con ironía las obras de
mitigación de ruido que hace algunos años se colocaron en puertas y ventanas,
que sólo sirvieron para criar ratas y albergar gérmenes en el hogar, pero no
insonorizaron de verdad. La Secretaria de Salud de Bogotá señaló en un estudio
reciente que el 37% de los residentes en Fontibón padece insomnio de carácter
crónico y en la población infantil el daño auditivo causa problemas de
desarrollo y progreso escolar.
Todo sigue como si nada
Entre tanto, los barrios Villa
Luz, El Encanto, Álamos y El Luján, no salen de la conmoción, pues cada vez que
oyen el enloquecedor ruido de las aeronaves se estremecen y piensan que la
tragedia pudo ser peor.
“A pocas cuadras había un salón
comunal con 300 personas, una cancha de fútbol repleta y ahora hay muchos
edificios que han dejado erigir, sin medir los riesgos”, dijo Olga Lucía
Torres, presidenta de la junta de acción comunal del barrio Villa Luz.
Lo más grave es que ni el dolor
de las familias ni la conmoción ciudadana hacen mella en las entidades del
sector y la operación aeroportuaria continúa como si nada, pese a la grave
situación. Dónde está la responsabilidad de la Aerocivil y el Ministerio de
Transporte? Será que toca esperar una tragedia de mayor magnitud para tomar
decisiones concretas? Dios nos libre de semejante situación!.
Director Jardín botánico de Bogotá desde 2008 al 2010.
Subdirector DAMA hoy secretaría de ambiente en el 2006
La ciudad tiene un árbol por cada 7 habitantes, se requiere un árbol por cada tres habitantes. En el espacio público hay alrededor de un millón doscientos mil árboles y cuatrocientos mil en los predios privados. La capital necesita otro millón de árboles para cumplir con los estándares de calidad de vida de la Organización Mundial de la Salud. La localidad de Bosa tiene un árbol por cada 26 habitantes, es la más afectada y no dispone de espacios para sembrar. Hay déficit de árboles en Ciudad Bolívar, Kennedy, Fontibón, Puente Aranda y Engativá. La capital ya siente las consecuencias del cambio climático.
La temporada de invierno viene con fuertes lluvias que ocasionan desastres como deslizamientos, desborde de quebradas y pérdida de viviendas, luego viene un tiempo seco prolongado con aumento de temperatura, provocando incendios forestales y disminución de caudales. La actividad humana de producción y consumo acelera día a día el fenómeno de calentamiento en la ciudad, como consecuencia de las emisiones de gases por el transporte, las fábricas de chimenea y el mal manejo de las basuras, principalmente.
Hay que recuperar los corredores ecológicos. Los expertos concluyen que se pueden mitigar los efectos del cambio climático en las grandes ciudades con la siembra masiva de árboles.
Debemos sembrar árboles para recuperar los corredores ecológicos de las calles 26, 63, 68 y la 80, Avenida La Esperanza y en el sur en la Avenida Villavicencio que conecten los Cerros Orientales con los valles aluviales del río Bogotá. En las rondas de los ríos y las quebradas hay espacios para la siembra de setenta mil árboles, en la represa de Cantarrana en Usme se pueden sembrar 17 mil árboles. En todos los parques, sardineles y el resto de la estructura ecológica principal es posible densificar el arbolado.
Arborizar depende de la voluntad política del gobernante y de la acción decidida de las comunidades conscientes del fenómeno del cambio climático. Bogotá necesita de un plan maestro de arborización que asegure continuidad en la siembra masiva de árboles, para reducir la contaminación y los efectos nocivos de la variabilidad del clima.
Engativá Somos Todos
El Distrito no plantea soluciones al problema del predial.
Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales
Candidato a Magister en Gobierno y Políticas Públicas.
Presidente del Comité Distrital en Defensa del Contribuyente.
@juanfigueroag
La Semana Santa para muchos bogotanos se convirtió en un verdadero viacrucis, debido a los aumentos arbitrarios y confiscatorios en el impuesto predial. Hasta el 10 de abril hubo plazo para pagar con descuento, pero muchos contribuyentes no contaron con los recursos para cumplir con el pago. Esto debido a que el alcalde Gustavo Petro y el presidente Juan Manuel Santos han implementado políticas que aumentan el predial de manera exagerada y sin tener en cuenta la capacidad de pago de los ciudadanos.
Según el Censo Inmobiliario de Bogotá, entre 2008 y 2015 el avalúo catastral se ha incrementado en 369%, el cual que se ha ido actualizando con base en movimientos especulativos de la finca raíz, que solo favorece el negocio de constructores, negocio del cual están lejos la mayoría de los ciudadanos; pero que si ven reflejado esto en aumentos en el impuesto predial. Mientras que en los últimos cuatro años el recaudo por impuesto predial ha aumentado en 70%, el salario mínimo tan solo lo ha hecho el 15% en pesos corrientes y el ingreso por habitante ha aumentado 16%. Lo más grave es que la Bogotá Humana pretendía que el recaudo aumentara otro 28%, lo que llevaría a un aumento del 117% en cinco años.
En los meses de Marzo y Abril fueron comunes las manifestaciones contra lo que muchos consideran, un cobro injusto en el impuesto predial. Engativá, en especial barrios como Normandía y sus aledaños; estuvo encabezando una lucha ciudadana que debe poner a pensar al Distrito y a las autoridades locales la forma en la que se está cobrando el Impuesto Predial. El 82% de los predios en Bogotá son destinados a uso residencial, el 61% de estos son estrato 3, 4 y 5, los cuales han sido altamente perjudicados por la actualización catastral, ordenada por el Plan Nacional de Desarrollo de Juan Manuel Santos 2011-2014 y acolitada por la administración distrital.
Sin lugar a dudas el impuesto predial termina convirtiéndose en un dolor de cabeza anual para muchos habitantes, contemplando como única salida “Vender la casa para pagar el predial”, como lo manifestaron en varias movilizaciones y los avisos que muchos habitantes colocaron en las ventanas de sus casas.
Debido a la presión de la ciudadanía, el distrito les dio a los ciudadanos que pasaron recursos de reconsideración (mayoritariamente de la Localidad de Engativá), la oportunidad para hacer un pago con descuento un mes después de recibir la respuesta al mismo, sin duda alguna fue un gran logro de la movilización ciudadana, pero no deja de ser arbitraria, pues esta resolución salió pocas horas antes de vencerse el plazo para pagar con Descuento, por lo cual muchos ciudadanos no tuvieron otra alternativa que endeudarse para pagar el predial, pues los intereses del sector financiero son menores que los mismos intereses del Distrito. Además, hoy en el Concejo de Bogotá se encuentra un proyecto de acuerdo que puede ser un alivio contra el dolor de cabeza del predial.
Hago un llamado a la Unidad de la ciudadanía para protestar contra estos aumentos injustos del impuesto predial; el cual no tiene en cuenta la capacidad de pago de los habitantes. La movilización será la llamada a defendernos contra uno más de los múltiples atropellos que el gobierno nacional de Juan Manuel Santos y de la Administración de Gustavo Petro.