“Servir vale la pena”: Adalberto Ramírez
¿Qué significa Engativá para usted?
Yo soy oriundo del Huila, pero Engativá para mí es mi patria chica, acá tuve mis hijos y mi familia y siempre hago lo que puedo por esta localidad. Por eso vivo lleno de gratitud con Dios y con la comunidad que me lo ha permitido.
Sabemos que todo no es color de rosa. ¿Qué le entristece de la Localidad?
Me da nostalgia ver que la comunidad no siente lo que yo siento por ella y hablo de que los deberes son tan importantes como los derechos, es decir, si cumpliéramos los deberes no necesitaríamos reclamar derechos. Debemos mirar al otro como a uno mismo propiciando el buen trato, el encuentro, la concordia y la solidaridad. El día que entre vecinos dejemos de llamarnos “vecinos” y nos conozcamos por el nombre, que saquemos las basuras a tiempo y en el lugar adecuado y que tengamos sentido de pertenencia por nuestra cuadra y nuestro barrio, tendremos una comunidad mucho más comprometida y así podremos lograr cualquier objetivo.
¿Cuál es su apuesta desde la JAL?
Mi lucha es por la valoración y el reconocimiento de los adultos mayores, porque en ellos está la esencia del conocimiento y la sabiduría. La comunidad más preocupada por el futuro somos los viejos quienes queremos que nuestros nietos vivan mejor que nosotros. Trabajamos por dejarle a las nuevas generaciones una ciudad, una localidad y un barrio mucho mejor, donde la gente se aprecie como nos apreciábamos antes. Si pudiéramos lograr la mezcla entre el conocimiento y la experiencia de los mayores con el entusiasmo y la vitalidad de los jóvenes, tendríamos una sociedad mucho mejor.
Usted es famoso por liderar los grupos de adultos mayores en la Localidad…
Yo veo que las abuelas están presas en sus casas levantándose temprano para atender a los que están, a los que se van y a los que llegan, pero no se dedican tiempo a ellas mismas. Por eso hay que sacarlas de la casa a hacer ejercicio, a encontrarse entre ellas mismas para recordar historias y compartir alegrías. Bailar con una abuela es muy rico, ellas tienen la belleza que nunca se ha perdido porque a uno se le envejece la piel pero el alma está intacta. Aunque los grupos están abiertos para hombres y mujeres, participan más ellas que ellos.
También es el promotor de los parques biosaludables…
Hace más de quince años cuando instalaron el primer parque biosaludable en Bogotá, me visitaron porque conocían el trabajo que yo hacía con los adultos mayores. Por solicitud mía, en esa época dejamos la primera partida en los recursos que aprobaba la Junta Administradora Local para instalarlos en la localidad. Algunas administraciones no le dieron importancia, pero otras, como la actual y la anterior sí han dotado los parques para dar calidad de vida y ofrecer un lugar de encuentro entre vecinos de todas las edades. Eso es hacer comunidad.
Cambiando de tema, ¿Cómo cree que podemos mitigar la inseguridad en la ciudad?
La inseguridad está en la casa. Pensamos que la policía nos tiene que arreglar todo y no es así. La inseguridad se genera cuando los padres no les preguntan a los hijos de dónde sacaron ese celular costoso, o el dinero para la diversión y el consumo. El libre desarrollo de la personalidad no permite que los muchachos se desarrollen sino que se pierdan. Las vías, las obras y los parques, que por supuesto son importantes, son menos importantes que la construcción de uno mismo como ciudadano. Hay que luchar por para volver a tener familias con valores porque las familias se han perdido.
También ha trabajado por la población en condición de discapacidad…
Sí, en una sesión de la JAL le propuse al doctor Guillermo Alfonso Jaramillo, Secretario de Salud en ese entonces, que se construyera un gran centro de capacitación para las personas en condición de discapacidad en las instalaciones abandonadas del Hospital de la Granja. Se planteó un espacio dotado para la formación, la recreación, el arte y la cultura, donde ésta población descubra sus talentos y capacidades. Posteriormente vinieron arquitectos e hicieron estudios pero todo se quedó en el proyecto y hoy el predio sigue abandonado. El argumento fue falta de recursos, porque parece que es más importante lo de mostrar que lo prioritario. Y esta es una obra prioritaria que beneficiaría más de 15.000 personas de la localidad más sus cuidadores.
¿Lo mismo sucede con la plaza de mercado del Boyacá Real?
En ese terreno grandísimo que también está abandonado propusimos hacer una sede del SENA y trajimos al doctor Alfonso Prada cuando era su director. Las instalaciones quedan entre un sector empresarial e industrial y sería muy pertinente dotar talleres para capacitar a la gente y abrir vitrinas para mostrar lo que se hace en la localidad, con la directriz de la Secretaría de Desarrollo Económico.
¿Y qué pasa en estos casos?
Desafortunadamente faltan recursos y voluntad política. Necesitamos concejales y parlamentarios de Bogotá que se interesen por las soluciones de la localidad para dejar en estas ciudades dentro de la metrópoli verdaderos desarrollos. Engativá con más de un millón trescientos mil habitantes tiene más población que dos Neivas o dos Bucaramangas y aún nos tratan como un barrio.
¿Qué balance puede hacer de sus cinco períodos en la JAL?
El actuar es el testimonio de los hechos y los hechos los encuentro permanentemente cuando veo un parque, una vía, una peatonal adoquinada, una comunidad atendida, un colegio dotado y otras tantas obras que hemos dejado en este trasegar. Me quedan muy buenos recuerdos de los líderes y las comunidades que me han acompañado. Me da mucho gusto ver cumplido el oficio que Dios me puso a hacer y por eso quiero seguir siendo edil de la localidad. En esta ocasión me he encontrado con un buen compañero de viaje, se trata de Pedro Julián López, un dirigente nacido en el barrio Boyacá Real que además fue presidente de Junta de Acción Comunal.
¿Cuáles son los principios rectores de su vida y de su campaña?
La humildad y el servicio. La humildad no consiste en ser pobre sino en ser grande y en llegar a donde la gente lo necesita. “Porque servir vale la pena” es mi lema de campaña pues me considero una causa con sentido común y diariamente busco la manera de ser útil a mi comunidad. Aquí estaré hasta que Dios y mi gente me lo permitan, a futuro sueño con llegar a ser un buen abuelo… un consentido de mis nietos. ¡Esa es mi felicidad!