No habrá censura”. (Corte Constitucional y otros, 2016).A
partir de lo expuesto, surge una hipótesis de la lectura del texto ‘Qué
significa Estado’ una interpretación dual entre un Estado ilusorio que no
garantiza las libertades de prensa y expresión en la práctica y un Estado real
que consagra un derecho constitucional, por tanto: “El Estado es la
configuración, ilusoria y de igual modo real, que adopta la comunidad política
bajo las condiciones sociales dominantes”. (Hirsch, 2005). Al intentar sacar la discusión de un Estado real y
trasladarla a un Estado ilusorio se debe preguntar por las garantías para
desarrollar y ejercer el periodismo que corresponde a la materialización del
fundamento jurídico. Así las cosas, al confrontar el derecho constitucional
con el goce efectivo de la libertad de expresión y derechos conexos, es
pertinente preguntar al gremio de periodistas:
¿En Colombia hay garantías para ejercer el periodismo?
“De ninguna forma, no hay garantías para hacer periodismo
en un país donde la democracia está fracturada y la corrupción tiene amordazada
la verdad. Somos el segundo país en América donde es más peligroso ejercer el
periodismo. Las amenazas, los homicidios y las agresiones son una constante
para quienes trabajan en búsqueda de la verdad, con una agravante y es la
omisión de la justicia frente a estos casos. Es paradójico que en las regiones
donde más se agudiza el conflicto, el narcotráfico y la violencia, es donde más
se necesita una prensa libre, allí es más difícil para los periodistas
aferrarse a la verdad, más aún, cuando la otra forma de violencia es la omisión
del Estado y las instituciones judiciales que terminan siendo cómplices de los
criminales”, expone la periodista Katia Ospino Salem, de la unidad investigativa de Noticias Uno. Ospino Salem
es investigadora de La Nueva Prensa. En el libro ‘Lo que no borró el
desierto’, de la escritora y periodista Diana López Zuleta, relata cómo se
enfrenta a las mafias políticas y criminales del Cesar y La Guajira,
departamento donde la iban incinerar con gasolina en el desarrollo de una
investigación periodística; hace trabajos sobre las afectaciones del despojo,
el extractivismo, la corrupción y el Mercenarismo de Estado; ejerce el
periodismo en medio de constantes amenazas que ya trascendieron en su hijo
menor de edad. La periodista recoge y representa las voces de los comunicadores
que se enfrentan al Estado real que garantiza en la Constitución la libertad de
expresión pero que en la práctica se vuelve un Estado ilusorio al no proteger
el derecho.
La violencia contra periodistas: una lectura desde el Mercenarismo de
Estado
Buena parte de los asesinatos a periodistas aparecen en
estrecha conexión con la consolidación y afianzamiento en el país del proyecto
paramilitar que empezó a ocupar diferentes territorios con el apoyo de sectores
de las fuerzas militares, políticos y empresarios regionales. El Mercenarismo de Estado o combinación de la violencia
de Estado y las fuerzas irregulares a su servicio van a considerar a los
periodistas críticos e investigativos como ‘elementos desordenados, irregulares
y desviados’ a los que hay que controlar, vigilar o en el peor de los casos
asesinar. Al respecto, se fortalece un enfoque estatal de la
seguridad y una clasificación e identificación de sujetos ‘desviados’,
categorizados como enemigos, quienes son señalados como comunistas,
guerrilleros, y entre los cuales se estigmatiza a periodistas vinculados por lo
general a pequeños medios de comunicación con buena reputación y con vínculos
cercanos a la población civil que conforma la región comunicativa, que en
muchos de los casos también fue víctima del Mercenarismo de Estado.
Esos sujetos desviados, entre otros, son los periodistas
críticos que generalmente
son asesinados, exiliados o en el mejor de los casos despedidos laboralmente
por informar lo que no se debe informar o que informan de una manera que no se
ajusta a los intereses de las relaciones entre los medios de comunicación, el
poder y el Estado. (Franco, 2009, p. 438). En consecuencia, surge la Necropolítica que devela nuevas
formas de dominación, sumisión y tributo donde el teórico Achille Mbembe
desarrolla una reflexión sobre el poder nominal del Estado. La Necropolítica
está inspirada en Foucault y su fundamento central es la soberanía para dar
vida o muerte; es la autonomía para decidir sobre la vida y la muerte. Acallar periodistas ha sido una de las
estrategias de los poderes legales e ilegales mediante la amenaza y en
ocasiones mediante el asesinato. “Todo eso no puede ser resultado distinto a
que existe una estrategia dirigida a ese silenciamiento de los periodistas por
el medio que sea; es decir, existe una directriz, existe una política
dirigida”, según explica Reinaldo Villalba del Colectivo de Abogados José
Alvear Restrepo.
Sin duda, persiste una
afectación en el ejercicio del periodismo relacionado con la imposición del silencio. Así
las cosas, ¿cómo superar la censura, la
autoncesura y el silenciamiento en la prensa colombiana?, este uno de los retos
de las organizaciones que trabajan por la defensa de la libertad de expresión y
la prensa libre, al igual que de la academia.