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jueves, 8 de agosto de 2024

Comunidad exige construcción de jardín infantil

 

Con un área de 1.500 mts cuadrados, este terreno ubicado en la calle 70ª con carrera 99ª, es el destinado para la construcción del Jardín Infantil Ana Galvis Hotz.

Un contundente llamado a la Secretaría de Educación, el DADEP y a la Alcaldía Local de Engativá, hacen los residentes del sector de Álamos para que no les hagan conejo con la construcción del jardín Infantil Ana Galvis Hotz. 

Hace un año, en agosto de 2023, la comunidad residente de los barrios Álamos, Plazuelas de Álamos, Tierra Grata, El Pedregal, Esparta, Los Ángeles, entre otros conjuntos residenciales y barrios vecinos, recibieron con beneplácito la noticia de que la Secretaría de Educación construiría un nuevo plantel educativo para la primera infancia, en el terreno de 1.500 mts cuadrados, ubicado en la calle 70ª con carrera 99ª. La obra, que fue socializada luego de varios encuentros en los que participaron además de la Secretaría de Educación, funcionarios del Departamento Administrativo de Espacio Público -DADEP y la alcaldía local de Engativá, ya contaba para ese entonces con diseños aprobados y hasta el nombre fue escogido luego de un ejercicio democrático en el que la comunidad eligió entre varias opciones, resultando ganador el de Ana Galvis Hotz, en homenaje a la primera mujer médica de Colombia y Latinoamérica. De acuerdo con la Secretaría de Educación, el diseño del proyecto hizo parte de un concurso de arquitectura que se desarrolló a través de la sociedad colombiana de arquitectos y el nuevo plantel beneficiaría más de 240 niños entre los 3 y los 6 años. 

Según los diseños, el Jardín Infantil Ana Galviz Hotz, tendrá capacidad para 240 alumnos entre 3 y 6 años, contará con 12 aulas de clase, ludoteca, comedor escolar, cocina, sala de profesores, 4 baterías de baños, zona administrativa, portería, subestación, cuarto de bombas, zonas recreativas, huerta escolar y 4 parqueaderos. 


viernes, 27 de noviembre de 2020

El Cedro, un barrio acorralado entre la perversidad y la negligencia

Para los residentes del barrio El Cedro no ha sido fácil habitar este pequeño territorio en el extremo occidental de Bogotá, bordeado por hermosos paisajes en los que confluyen la naturaleza y la metrópoli. Sin embargo, en honor al nombre de su barrio han demostrado ser muy resistentes a las adversidades que les presentan la perversidad de algunos mercaderes privados y la negligencia del Estado.

Desde 1995 cuando adquirieron los lotes, los habitantes del barrio El Cedro aprendieron a enfrentar las dispendiosas diligencias legales ante las entidades distritales, las autoridades locales y de policía. Recuerdan que por ser un desarrollo ilegal la Policía no les dejaba construir y pasaban cruentas incomodidades por la falta de servicios públicos. “Gastamos tiempo, esfuerzos y energía entre Planeación y otras entidades, sufrimos demasiada tensión entre la comunidad, pero logramos la legalización del barrio en 1998”. Dicen con la satisfacción del deber cumplido. También recuerdan cuando el vendedor de los lotes destinó un terreno de más de 5.000 metros cuadrados sobre la calle 69 entre carreras 122 A BIS y la ronda del Humedal Jaboque, para la recreación activa de las familias de los barrios El Cedro, Santa Librada, La Faena y circunvecinos. El lugar fue por años el campo abierto donde se recreaban los niños y la salida peatonal hacia el centro de Engativá. Allí, grandes y chicos soñaban con una sede de la Universidad Distrital o del SENA o un parque bien dotado para su recreación y la de los miles de jóvenes de Engativá pueblo. Aquel pueblo que en la década de los cincuenta fue absorbido por Bogotá, marginándolo de todos los beneficios de la gran capital, como si sus habitantes no tuvieran derechos. Aquel pueblo que en más de diez cuadras a la redonda no posee un parque, ni zonas verdes para el sano esparcimiento, la recreación y la salud mental de sus ciudadanos. El mismo que paga impuestos y elige a sus gobernantes, para ver con impotencia el tránsito de muchas administraciones cuyos presupuestos nunca alcanzan para suplir sus necesidades básicas.

Llegaron los problemas