viernes, 5 de febrero de 2016

Falta inteligencia emocional en la educación
Uno de los motivos de exclusión en la educación, silencioso y peligroso, es la presencia de algún tipo de trastorno en el aprendizaje como dislexia, discalculia, disgrafia; o comportamentales como negativismo, dismadurez emocional, déficit de atención o ansiedad, entre otros. Estos, pese a que quienes la padecen tienen un nivel intelectual normal o superior, afectan el desempeño académico, lo roles afectivos y el proyecto de vida de niños y jóvenes. 

Un alto porcentaje de estudiantes (25% a 30%) presentan durante toda su escolaridad altibajos significativos en su rendimiento académico, como deserción, frustraciones y cambios constantes de colegio debido a dificultades leves en el desarrollo de las bases de su aprendizaje, que no tienen nada que ver con su inteligencia, con su lógica o con sus talentos.
Lo anterior fue evidenciado recientemente por la neuropsicóloga Martha Lucía Miranda, quien advirtió que “Estos niños empiezan a presentar pérdida en una o varias materias, se desmotivan porque ven dificultades en el aprendizaje, desarrollan problemas afectivos como ansiedad y depresión, experimentan rechazos y frustraciones y finalmente terminan desertando del proceso de aprendizaje”. Además son tildados por compañeros y docentes como perezosos o flojos, desconciertan a sus padres y generan ambientes de angustia y confusión en el hogar.

Alerta Temprana
De acuerdo con los estudiosos del tema, tanto padres como colegios deben estar muy atentos a los altibajos que puedan presentar los jóvenes en su rendimiento escolar durante tiempos prolongados, ya que estos trastornos no aparecen de la noche a la mañana.
En pocos planteles existe un equipo interdisciplinario para estos casos, pero en ocasiones se quedan en el nivel primario de atención o no son suficientes para atender la creciente demanda. Por eso vemos estudiantes que han pasado por dos o más colegios con altos niveles de derrota afectiva y cognitiva.
Estas dificultades se logran superar una vez el niño o joven es evaluado por un equipo interdisciplinario, que integre psicología, terapia ocupacional, psiquiatría, fonoaudiología, etc; la estrategia debe buscar que los niños y jóvenes puedan madurar y superar dichas dificultades de tal manera que les permitan mantenerse en sus instituciones educativas y culminar un exitoso proyecto académico y de vida. Ante la ausencia de estos tratamientos en los planteles, por lo general deben ser buscados de manera particular y sus costos asumidos por los padres.
Sin embargo, un porcentaje muy alto de padres no cuentan con la posibilidad de asumir el apoyo interdisciplinario que requieren sus hijos y a un tratamiento que debe mantenerse entre nueve meses y un año, que además del costo económico requiere de acompañamiento, desplazamientos y dedicación.
Este panorama sirve de abono al aumento de deserción escolar, la pobreza, la desigualdad y a la ausencia de un proyecto de vida para las nuevas generaciones.
Es por tanto, responsabilidad del Estado y los educadores, generar mecanismos para la inclusión y aceptación de los estudiantes con algún problema de aprendizaje. Por ejemplo, cuando un niño se evalúa para ingresar a un centro educativo, debería evaluarse con un equipo interdisciplinar que procure apoyarlo y no descartarlo. Que descubra en él sus potenciales y no lo mida con la aplanadora cuantitativa exigido por el modelo actual.
Desde estas páginas se hace un llamado al Ministerio de Educación y de Salud para que evalúe  que está pasando con la inteligencia emocional de los estudiantes, la cual les ayudaría considerablemente, sin necesidad de pagar costosas terapias adicionales.

La inteligencia emocional se ha bajado en los colegios y hoy debería ser supremamente obligatorio para ayudar a madurar los niños y jóvenes”, advirtió la neuropsicóloga, Martha Lucía Miranda. “Desarrollar el potencial afectivo, social y cognitivo de cada persona a partir del conocimiento de su mente y de su propio aprender, permite tener una visión integral de su ser y proyectarlo con éxito en cada etapa de su vida”. Pero jamás, discriminarlo ni estigmatizarlo. Cuántas inteligencias perdidas y proyectos de vida frustrados por no ir más allá de las cifras y los rankings.