Falta inteligencia emocional en la educación
Uno de los
motivos de exclusión en la educación, silencioso y peligroso, es la presencia
de algún tipo de trastorno en el aprendizaje como dislexia, discalculia,
disgrafia; o comportamentales como negativismo, dismadurez emocional, déficit de
atención o ansiedad, entre otros. Estos, pese a que quienes la padecen tienen
un nivel intelectual normal o superior, afectan el desempeño académico, lo
roles afectivos y el proyecto de vida de niños y jóvenes.
Un alto porcentaje
de estudiantes (25% a 30%) presentan durante toda su escolaridad altibajos
significativos en su rendimiento académico, como deserción, frustraciones y
cambios constantes de colegio debido a dificultades leves en el desarrollo
de las bases de su aprendizaje, que no tienen nada que ver con su inteligencia,
con su lógica o con sus talentos.
Lo anterior
fue evidenciado recientemente por la neuropsicóloga Martha Lucía Miranda, quien
advirtió que “Estos niños empiezan a presentar pérdida en una o varias
materias, se desmotivan porque ven dificultades en el aprendizaje, desarrollan
problemas afectivos como ansiedad y depresión, experimentan rechazos y
frustraciones y finalmente terminan desertando del proceso de aprendizaje”. Además
son tildados por compañeros y docentes como perezosos o flojos, desconciertan a
sus padres y generan ambientes de angustia y confusión en el hogar.
Alerta
Temprana
De acuerdo
con los estudiosos del tema, tanto padres como colegios deben estar muy atentos
a los altibajos que puedan presentar los jóvenes en su rendimiento escolar
durante tiempos prolongados, ya que estos trastornos no aparecen de la noche a
la mañana.
En pocos
planteles existe un equipo interdisciplinario para estos casos, pero en
ocasiones se quedan en el nivel primario de atención o no son suficientes para
atender la creciente demanda. Por eso vemos estudiantes que han pasado por dos
o más colegios con altos niveles de derrota afectiva y cognitiva.
Estas
dificultades se logran superar una vez el niño o joven es evaluado por un
equipo interdisciplinario, que integre psicología, terapia ocupacional,
psiquiatría, fonoaudiología, etc; la estrategia debe buscar que los niños y
jóvenes puedan madurar y superar dichas dificultades de tal manera que les
permitan mantenerse en sus instituciones educativas y culminar un exitoso
proyecto académico y de vida. Ante la ausencia de estos tratamientos en los
planteles, por lo general deben ser buscados de manera particular y sus costos
asumidos por los padres.
Sin embargo,
un porcentaje muy alto de padres no cuentan con la posibilidad de asumir el
apoyo interdisciplinario que requieren sus hijos y a un tratamiento que debe
mantenerse entre nueve meses y un año, que además del costo económico requiere
de acompañamiento, desplazamientos y dedicación.
Este panorama
sirve de abono al aumento de deserción escolar, la pobreza, la desigualdad y a
la ausencia de un proyecto de vida para las nuevas generaciones.
Es por tanto,
responsabilidad del Estado y los educadores, generar mecanismos para la
inclusión y aceptación de los estudiantes con algún problema de aprendizaje. Por
ejemplo, cuando un niño se evalúa para ingresar a un centro educativo, debería
evaluarse con un equipo interdisciplinar que procure apoyarlo y no descartarlo. Que descubra en él sus
potenciales y no lo mida con la aplanadora cuantitativa exigido por el modelo
actual.
Desde estas
páginas se hace un llamado al Ministerio de Educación y de Salud para que
evalúe que está pasando con la
inteligencia emocional de los estudiantes, la cual les ayudaría
considerablemente, sin necesidad de pagar costosas terapias adicionales.
“La inteligencia emocional se ha bajado en
los colegios y hoy debería ser supremamente obligatorio para ayudar a madurar
los niños y jóvenes”, advirtió la neuropsicóloga, Martha Lucía Miranda. “Desarrollar
el potencial afectivo, social y cognitivo de cada persona a partir del
conocimiento de su mente y de su propio aprender, permite tener una visión
integral de su ser y proyectarlo con éxito en cada etapa de su vida”. Pero
jamás, discriminarlo ni estigmatizarlo. Cuántas inteligencias perdidas y
proyectos de vida frustrados por no ir más allá de las cifras y los rankings.