El guardián del humedal Jaboque
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Más de 30 años al cuidado del humedal
Jaboque, de manera voluntaria, le han dado el reconocimiento de ambientalistas,
funcionarios y autoridades de la localidad.
Con un gran espíritu ambientalista y fuerte conexión con el
humedal Jaboque, de quien dice es “una perla del corazón de Engativá”, Luis
Antonio Vega, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Villa Mary, conoce,
convive, sufre y cuida este vasto cuerpo de agua como si fuera un miembro más
de su familia.
Recuerda con nostalgia los tiempos de antaño, cuando el
humedal no estaba tan contaminado y permanecía habitado por diversas especies
de flora como el sauce, tabaco, lenteja de agua y sombrilla japonesa en cuyas
grandes hojas se refugiaban comadrejas, conejos y curíes. También se deleitaba
con aves como garzas, gallinetas, patos,
monjitas, canarios campesinos, ratones de agua, tingüas y murciélagos, entre
otros. "En una ocasión sembré sauces en gran parte del humedal. Después
vino una empresa y se los llevó a un vivero para luego venderlos de manera
absurda como si fueran ellos quienes los hubieran traído”.
Reconoce que el humedal en sus más de cuatro kilómetros de
largo, desde las montañas orientales pasando por el canal de Los Ángeles, va
recogiendo basuras de la ciudadanía; por lo anterior, admite que no es fácil
mantenerlo en sus mejores condiciones, pues pese a las ingentes sumas de dinero
que la empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá ha invertido en su mantenimiento,
su aspecto actual no es el mejor. Pero
también advierte que las empresas contratistas no tienen en cuenta ni respetan
el conocimiento y la experiencia de quienes han cuidado el humedal desde años
atrás.
Hace diez años gestó la iniciativa comunitaria “Amigos del Humedal”. Inició hablando con
los vecinos desde Villa del Mar hasta Engativá pueblo y se reunieron para
exigir a las autoridades que lo intervinieran, y se logró. “Inicialmente, se
reunieron más de 80 personas que de manera voluntaria se metían al agua para
sacar basuras y maleza, mientras otros hacían almuerzo, tinto y refrescos, en
una especie de minga ambiental”, contó Luis Antonio. Recuerda un domingo, en el
que extrajeron 36 llantas del fondo del humedal.
Sin embargo, la organización hace algunos años dejó de actuar
debido a diversos inconvenientes que debieron afrontar con las empresas
administradoras.
Hoy, el Jaboque está lleno de maleza, basuras y gruesas capas
de lodo que evaporan malos olores, infestando a la comunidad circunvecina. “Vivimos
enfermos de gripa y enfermedades respiratorias. Nosotros no volvimos a meter
mano en el humedal porque los contratistas nos prohibieron diciendo que ellos
son los únicos que saben, aunque lo hagan mal”. Concluye además, que cada gobierno llega y
cambia las reglas de juego, pero en últimas es muy poco lo que hacen por
mejorar el aspecto del humedal.