De esta manera, el movimiento Engativá Cultiva asesora el proceso comunitario de varias huertas de iniciativa comunitaria que han surgido en barrios como La Riviera, Bosque Popular, Portal de Álamos, y Colsubsidio en Engativá y en otros sectores de Bogotá. Su principal medio de contacto son las redes sociales y el voz a voz. “La gente conoce nuestro trabajo, les gusta y nos contacta para replicar el proceso en sus territorios. Nuestra intención es que sea un proceso positivo para la comunidad y el medio ambiente”, concluye el biólogo.
Hace tres meses, cuando el mundo entero se encontraba en aislamiento social para protegerse de la Covid-19, un grupo de vecinos de Tierragrata y alrededores convocaron la primera minga para adecuar el terreno, nutrir los árboles existentes y crear su propia huerta con la técnica de la paca digestora, inventada por el colombiano Guillermo Silva Pérez, tecnólogo ambiental y promotor del reciclaje orgánico saludable. En la huerta, que tiene un sentido Muisca, se procura retomar y rescatar conocimientos ancestrales que estamos perdiendo. De ahí su nombre Fapqua Güeta, que en lengua muisca significa Chicha 2020 y que así como la chicha surge de la fermentación colaborativa de varios ingredientes, en esta huerta la comunidad aporta insumos orgánicos, cuidados, trabajo, implementos y conocimientos, logrando que la tierra fermente y “se ponga sabrosa” para cultivar alimentos. De esta manera, solicitan a la comunidad que lleve los residuos orgánicos de sus hogares para compactarlos con otras sustancias dentro de un cajón sin tapa, convertido en paca digestora que puede llegar a pesar media tonelada. El proceso de fermentación se hace sin oxígeno (anóxico) y tarda seis meses hasta lograr un excelente abono natural.
La minga es una tradición precolombina de trabajo comunitario, colectivo y voluntario con propósito social. En el proceso de creación de huertas las mingas han permitido que niños, jóvenes, adultos, mujeres y hombres se congreguen a trabajar por el bien comunitario: alistar y adecuar espacio, remover la tierra y sembrar. Para el estudiante de derecho Juan Manrique, residente del conjunto Altos de Tierra Grata, las mingas han recuperado el sector y alejado la delincuencia, permitiendo que los residentes estén más empoderados de su territorio. “Realizamos mingas de trabajo y de festejo, porque venimos juntos a sembrar la tierra y festejar la vida. Nos hemos sentado alrededor del fuego a hacer círculos de palabra e intercambiar conocimientos con biólogos, ingenieros ambientales y agroforestales, investigadores y expertos en temas como permacultura, plantas medicinales y otros que nos permiten aprender a cultivar, a valorar los campesinos, a rescatar conocimientos ancestrales y a tejer comunidad”. La acogida de la huerta Fapqua Güeta ha tenido tal éxito en la comunidad que hoy el grupo de whatsap mediante el cual coordinan las actividades cuenta con 150 integrantes entusiasmados por ver crecer los cultivos cerca de sus hogares y dispuestos a colaborar desde sus conocimientos y posibilidades.