Es claro que todo el sistema político, económico y social de nuestra nación está permeado por la corrupción. Es decir, quienes integramos nuestra sociedad, estamos inmersos en el engranaje de la corrupción. Todo tipo de institución “santa o profana” está traspasada por la corrupción. Estamos enfermos. Desde niños se nos ha inoculado la idea de la viveza entusiasta, que se traduce en el “no dejarse de nada ni de nadie”, haciendo uso, si es preciso, de ataques preventivos; la trampa es astucia, el aprovecharse de los demás es ingenio; el dinero fácil es emprendimiento… no importa el cómo, lo que importa es el qué. Se dice: “no sea pendejo y hágale, sin agüero, túpale papá… “Todo vale”. Y lo peor, nos creemos los más “verracos” del mundo, sabiendo que la verraquera la tienen todos los seres humanos sin distingo de nacionalidad, etnia o variado tipo de conglomerado. Sí, creídos hasta el engreimiento sarnoso del orgullo patrio… La humildad de nuestros ancestros se nos olvidó.
Señoras
y señores, por ahí no es. Lo que NO nos ha dado resultado por décadas, es
obtuso continuar implementándolo, además de necio.
-Bueno…
y si por ahí no es, entonces ¿por dónde?
-Para despiertos: Un Alto Total impreso de dignidad y respeto mutuo; una decidida reflexión nacional a cargo de los intelectuales de este país, que no son necesariamente los políticos, sino los académicos, los artistas, las clases empresariales y trabajadoras de la patria, los jóvenes unidos todos… llegándose a consensos políticos éticos y verdaderamente democráticos, con veedurías regionales y ciudadanas de a pie. Seamos honestos, no nos sigamos mintiendo, como vamos no llegaremos a “buen puerto”, al contrario, nos seguiremos hundiendo en nuestro propio “barro” cada vez más.
El Pueblo está listo
Un
sistema corrupto como el que se ha venido tejiendo por décadas, no se
“destejerá” por sí mismo. Se necesita un sistema solidario nacional consciente
de su enfermedad social. Una Declaración política distinta a la establecida
hasta ahora. Un espejo retrovisor que detecte las mañas del pasado y una
linterna inteligente que nos muestre el camino hacia adelante.
-
¿Quién se le va a medir a esto? -Nosotros, sin lugar a dudas.
-
¿Quiénes son nosotros?
- El
Pueblo colombiano… Por ahí es.
Y para hacer un alto total como el propuesto, se necesita un músculo descomunal sin precedentes a nivel mundial. Lo que hizo Gandhi sería una minucia comparada con la revolución de los colombianos… el sistema político de imposición es el mismo, la represión sigue siendo la misma, pero nuestro Pueblo es uno más como el Indio; se puede y la Historia está mirando perpleja el momento presente. El Pueblo está listo. Hay millones de colombianas y colombianos dispuestos al cambio y con plena conciencia. Pero, ¿dónde está, no el caudillo, sino el grupo ilustrado dispuesto a emprender el cambio de este sistema, llegando hasta las últimas consecuencias?
Por favor, no me digan que los mismos de siempre. Por ahí no es. La clase política vigente del partido que sea, ha producido lo que hoy nos da vergüenza e indignación. El cambio de esta Nación requiere otra manera de ver el mundo. Un grupo humano consciente de ello y dispuesto a todo. Un poder descomunal, que NO son las armas; un poder real democrático, provocado desde los mismos ciudadanos de a pie…
Todo
lo demás es carreta. Y de esa carreta, viene mucha para estos tiempos…