lunes, 28 de febrero de 2022

El Garcés Navas, una ciudadela en el corazón de Engativá

Ubicado entre la carrera 104 y la 110 y entre calles 72 a la 80, el barrio Garcés Navas es la puerta de paso para muchos de los que llegan o salen de Bogotá por la calle 80. Sus inicios se remontan a finales de la década de los 60, con un proceso de autoconstrucción liderado por el Instituto de Crédito Territorial, cuando en el sector sólo había cultivos de trigo, papa, fresas, zanahoria, entre otros. Hoy, es uno de los barrios más consolidados de la Localidad y su nombre fue adoptado por la UPZ 73.

Líderes del barrio Garcés Navas, algunos fundadores, abrieron las puertas de su territorio, de sus casas y de sus corazones, al equipo periodístico de El Hormiguero, para compartir las historias que están impregnadas en cada calle, parque o andén que se recorra. Detrás de lo que hoy ven los espectadores desprevenidos que pasan por allí, hay muchas anécdotas que dan cuenta del trabajo social y comunitario de sus residentes, quienes de generación en generación se han caracterizado por ser luchadores independientes, aguerridos y empoderados de su entorno. Sin duda, el Garcés es uno de los barrios más privilegiados de Engativá, en sus inicios contaba con centro médico 24 horas, donde nacieron la gran mayoría de sus habitantes y de los barrios cercanos. Su imponente iglesia católica ofrece la bendición a los viajeros que por allí pasan desde la calle 80 buscando la 72, sus zonas verdes hacen amable el transitar de propios y extraños, el puesto de bomberos ofrece un parte de tranquilidad y el gigantesco campo de fútbol convoca semanalmente cientos de niños, jóvenes y adultos en torno al deporte y la recreación. 

Historia

El barrio Garcés Navas lleva su nombre en honor a José Vicente Garcés, director en ese entonces del Instituto de Crédito Territorial, promotor de su creación. Su organización se dio por sistema de autoconstrucción, iniciada en 1967. Así lo recuerda Carlos Julio Santiago Rodríguez, cuando afirma que “La gente venía y trabajaba los fines de semana y festivos, pagamos una cuota fija de 190 pesos mensuales, a 20 años”. En ese sentido, el señor Julio Enrique Castro manifestó que el proyecto de la urbanización Garcés Navas salió en varios periódicos. “Debíamos tener un sueldo mínimo de 600 pesos mensuales, no tener casa y mínimo 4 hijos, luego de salir favorecidos nos indicaron que teníamos que trabajar los sábados después de la 1 de la tarde y domingos de las 8 de la mañana hasta las 12. Veníamos con carretillas, estacas, palas, picas… estábamos organizados en núcleos de 30 casas aproximadamente. La casa salió por 42.000 pesos”. A su vez, el señor Argemiro Ariza recordó: “El Instituto de Crédito Territorial nos mandaba los materiales y los ingenieros para dirigir la obra y así, comenzamos a abrir chambas y echar cimientos. Recuerdo que esto eran solo potreros”. De esta manera se construyeron más de 3.000 casas de un piso, en un proyecto de interés social. Las familias favorecidas tuvieron que trabajar en la construcción de las casas y posteriormente las sortearon, entre ellas, para su asignación. Las casas se entregaban en obra negra con sala comedor, cocina, alcoba y baño, en un lote de 6 por 12 metros. El barrio fue legalizado en 1973, es decir, que próximamente cumplirá sus años dorados.  

Estación de bomberos propia

Saúl Bonilla Correa, también recuerda que durante dos años tuvo que trabajar en la construcción. “Hace 48 años llegué al barrio, me nombraron coordinador de mi núcleo y todas las casas se construyeron iguales en un lote de 6 metros de frente por 12 de fondo. La mayoría éramos empleados, del distrito, de la policía o pensionados”. En su caso, Bonilla era bombero profesional, labor de la que trae a colación muchas anécdotas de talla nacional, como el incendio del edificio de Avianca en 1973, al que tuvo que acudir en ejercicio de su labor. Pero lo que más le enorgullece es, ser el primer comandante de la estación de bomberos del Garcés Navas y con gran emotividad nos narró su versión: “La estación estaba programada para construirse en la carrera 103 con calle 86, en Bolivia, pero allí la comunidad no adelantó ninguna gestión.  En ese entonces nuestro comandante era el Coronel de la Policía, Jesús Alfonso Buendía, a quien le comenté que había un lote en el barrio Garcés Navas y lo invité a conocerlo.  Al Coronel le gustó el terreno por sus vías de acceso por la calle 80 y la calle 68 y me dijo que hablara con el presidente de la Junta de Acción Comunal para su cesión.  Con la JAC, reunimos a los vecinos para consultarles y todos aplaudieron. Yo era el comandante de la estación de Suba y por orden del Coronel me hice cargo de la construcción y dotación de esta nueva estación”. Fue así como Bonilla quedó como comandante de la estación de bomberos del Garcés Navas durante más de dos años, la cual inauguró sus servicios el 12 de mayo de 1990, cuando carros bomba explotaron en los barrios Quirigua y Niza. “Un barrio con una estación de bomberos es un barrio privilegiado”, concluye Saúl Bonilla con la satisfacción del deber cumplido. 

La cancha de fútbol que resultó con dueño

Un vasto terreno de 5.600 mts cuadrados, ubicado frente a la parroquia Verbo Divino, fue reservado para campo de fútbol desde la creación del barrio y así lo ha usado siempre la comunidad. Armando Rodríguez Zambrano, presidente de la Junta de Acción Comunal, indicó que el lote fue reservado como campo de fútbol en los planos iniciales del barrio, sin embargo “Con el tiempo, nadie legalizó el uso del suelo y en los inventarios del Estado aparecía como lote institucional vendible. Así fue como nos vendieron el lote. Cuando nos enteramos ya tenía dueño”. Es decir, el campo de fútbol donde tradicionalmente se han organizado torneos emblemáticos en la localidad, tanto a nivel máster como en categoría infantil, es propiedad privada y los residentes temen que sea urbanizado. El sitio estuvo encerrado con un muro de concreto, el cual fue tumbado por la comunidad “sin saber que tenía dueño”, debido a que el encerramiento atrajo la instalación de cambuches y la presencia de personas sospechosas. Los ladrillos del muro derribado fueron utilizados en la construcción de un sendero peatonal en el paradero del transporte público. No obstante, la comunidad no pierde la esperanza de recuperar el campo deportivo para el disfrute de los niños y jóvenes del sector. “Hace seis años descubrimos que la cancha tiene dueño, hoy estamos en proceso legal para recuperarla”, afirmó con vehemencia el Presidente de la Acción Comunal.

 El indeseable tráfico pesado

Últimamente el Garcés, como se le conoce coloquialmente, se ha visto muy afectado por el permanente paso indebido de tractomulas que arruinan sus calles residenciales, incrementan la inseguridad, invaden el espacio público y ofrecen riesgo constante a sus residentes, mayoritariamente personas mayores y estudiantes, que acuden a los tres megacolegios oficiales y a los jardines infantiles que funcionan dentro del barrio. En ocasiones, sus habitantes han realizado bloqueos y manifestaciones para llamar la atención de las autoridades locales y distritales, a las que les piden que organicen el tráfico pesado induciéndolo a transitar por las vías aptas para ellos. Pero no han encontrado una respuesta definitiva que les devuelva la tranquilidad del barrio residencial. 

Los fuertes lazos de la comunidad 

Hoy por hoy, el otrora barrio residencial y alejado de la ciudad ha vivido una transformación abismal. Sus casas se han convertido en edificios de hasta cuatro pisos, multiplicando la cantidad de habitantes. El Centro de atención médica cayó en el abandono y hasta
hace tres años fue recuperado para la atención de la comunidad. En el hogar de paso para las personas vulnerables funciona la casa de la persona mayor de la alcaldía local; el predio donde funcionó el puesto de policía de la localidad fue bodega del colegio Charry y hoy, la Junta de Acción Comunal proyecta instalar allí la casa cultural. Garcés Navas es un barrio rico en cultura y deportes. Las personas mayores son muy activas en actividades de ocio y recreación, sus grupos de danzas son reconocidos a nivel distrital. Armando Rodríguez Zambrano, ha sido un presidente de armas tomar. Fácilmente se le ve empuñando pica y pala con la comunidad, arreglando senderos, andenes y zonas verdes, pero también gestionando ante las entidades el mejoramiento de su barrio. Así, con herramientas en mano, mangas remangadas y recursos propios, entre todos, embellecen el barrio cotidianamente. Hace poco, mediante un proyecto con la alcaldía, recuperaron una zona verde con empastamiento natural e instalaron adoquín ecológico en el sendero frente al colegio Charry, mejorando el tránsito de los cerca de 5000 alumnos que alberga el megacolegio en sus tres jornadas. Igualmente, con el programa iniciativas por Engativá, desarrollaron un proyecto para trabajar artes plásticas con decenas de niños y adolescentes en condición de discapacidad. De acuerdo con Sandra Yaneth Ávila Alvarado, coordinadora del comité de convivencia y conciliación de la JAC, “Hay un lote destinado para la construcción de la Defensa Civil de la localidad y aún hay calles pendientes para arreglar”. Los habitantes del Garcés Navas son proclives a embellecer las zonas verdes ubicadas entre las casas residenciales, donde siembran plantas ornamentales de colores para mejorar la visibilidad y mitigar la inseguridad. Durante el recorrido y a lo largo del diálogo sencillo y sincero, descubrimos a una población enamorada de su territorio, respetuosa de su pasado, empoderada de su presente y con gran esperanza en el futuro, muy superiores a las problemáticas que su territorio pueda presentar. Sin duda, son ejemplo de trabajo en comunidad.