domingo, 30 de noviembre de 2025

El colegio Laureano Gómez llenó de vida el corredor del humedal Tibabuyes

Durante el festival Los Colores del Humedal, realizado el pasado 13 de noviembre, estudiantes del Instituto Técnico Laureano Gómez sensibilizaron a la comunidad obras de arte relacionados con la riqueza ecológica del humedal Tibabuyes.

Mediante recorridos por el borde del humedal, expresiones artísticas donde la pintura, la escultura y la performance fueron protagonistas, y jornadas de capacitación en liderazgo territorial; estudiantes del Instituto Técnico Laureano Gómez IED vivieron durante nueve meses jornadas intensas de reconocimiento y apropiación del corredor ecológico que bordea su territorio. Las actividades fueron realizadas en el marco de la Estrategia Pedagógica Entornos Escolares Inspiradores, liderado por la Oficina para la Convivencia Escolar (OCE) de la Secretaría de Educación de Bogotá en articulación con el Colegio Laureano Gómez, la comunidad local, organizaciones sociales y ambientales, la Secretaría de Ambiente, la Fundación Tiempo de Juego y el Distrito de Innovación del Minuto de Dios, bajo el liderazgo de la profesora Loyneth Mancilla. La profesora Mancilla, quien creció en el barrio, recuerda que durante su infancia caminar por esa zona era impensable. “Los vecinos nos advertían que no pasáramos por ahí porque era peligroso. Yo no entendía por qué un espacio con sonidos de pájaros y ranas, lleno de alcaravanes y muchas especies animales y vegetales, podía ser considerado peligroso. Hoy queremos que los jóvenes lo vean con otros ojos y sean ellos quienes lo defiendan”, afirmó.

Un proyecto que une memoria, arte y medio ambiente

El año pasado, la comunidad educativa inició un proceso de recuperación de la memoria del barrio y su relación con el humedal. Uno de los primeros logros fue un mural realizado en el parque del barrio Luis Carlos Galán, con apoyo de la Junta de Acción Comunal, la Estrategia Entornos Escolares Inspiradores de la Oficina para la Convivencia Escolar (OCE) y la organización Tiempo de Juego. Este trabajo se convirtió en el punto de partida para una intervención más amplia en 2025. Este año, desde marzo, los participantes asistieron durante diez sábados consecutivos a formación en bocetos, color, sombreado y diseño, además de sesiones de reconocimiento ambiental. “Todos los jóvenes hicieron un trabajo comunitario ejemplar. No solo pintamos: visitamos el humedal, escuchamos historias del territorio, hicimos un festival y logramos que la comunidad y organizaciones del territorio se integraran”, explicó la docente. El resultado fue un mural de 238 metros cuadrados titulado “Somos tierra de raíces”, plasmado en la pared del colegio frente al humedal, por estudiantes que hicieron parte de la estrategia. Y la realización del festival Los Colores del Humedal, que con la exposición de esculturas, performances y obras de arte, buscó sensibilizar a la comunidad sobre la riqueza ecológica del territorio y los riesgos que enfrenta, además de fomentar el cuidado y la pertenencia sobre el humedal. El festival contó con la colaboración del semillero de Investigación en Biología y Ecología Sensorial de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

Voces juveniles: aprender a defender lo propio

Juanita Pico y Jessid Enrique López muestran con orgullo parte del mural “Somos tierra de raíces”, plasmado en la pared del colegio frente al humedal.

Para los estudiantes, el proyecto ha sido más que una actividad escolar: ha significado un encuentro con su territorio. Alisson Daniela Suárez, de décimo grado, resalta que el mural “busca atraer a la gente al humedal y mostrar que debe cuidarse”. Para ella, el arte se convirtió en una herramienta para hablar por seres vivos que no tienen voz. Entre tanto, Juanita Pico, de grado sexto, afirmó que, aunque el humedal aún ofrece riesgos por la contaminación, ahora sabe que es “un ecosistema muy especial” y quiere seguir visitándolo y protegiéndolo. Por su parte, Jessid Enrique López también de sexto, expresó con emoción que con el programa aprendió técnicas de dibujo y aerosol mientras pintaba capibaras. “Los murales muestran que el humedal es fuente de vida”, dice. Su mensaje para la comunidad es claro: “No tiren basura al piso. Reciclen”.

El renacer del “corredor de vida”

El territorio intervenido inicia en la carrera 98 con calle 91 y se extiende hacia la PTAR El Salitre. Aunque la recuperación apenas comienza, el sector donde antes predominaba el miedo hoy empieza a ganar color, vegetación y presencia comunitaria, mostrándose como un espacio tranquilo donde el arte, articula memoria y conciencia ambiental. La meta para 2026 es consolidar un semillero de líderes comunitarios llamado “Guardianes del humedal”, convocando a habitantes del territorio, empresas, líderes sociales y ambientales y miembros de comunidades indígenas, para construir estrategias de conservación desde distintos saberes. 

Una de las esculturas destacadas fue “RIP”, creada por la estudiante Alisson Daniela Suárez. La pieza elaborada con materiales reciclados representa la agonía y resistencia del río, “El río está en destrucción, pero aún intenta vivir. Quise mostrar cómo las plantas y flores mueren, mientras algunas luchan por sobrevivir. El movimiento circular de la estructura semeja los ecos del río pidiendo ayuda”, explica la joven.