lunes, 19 de septiembre de 2022

Los ´hijos´ del Centro Filarmónico Escolar

El violín es mi pasión

 

A sus doce años, María José Guerrero Martínez dice que el violín es su pasión y le gusta mucho porque “suena bonito” y con él puede tocar todas las canciones. Ensaya rigurosamente dos horas diarias y algunas veces hasta cuatro, cuanto está con nuevas canciones. Su hermano la acompaña con su guitarra.

 María José desde muy pequeña, cuando cursaba sus primeros años escolares hizo recibió clases de coro, ya en segundo de primaria le ofrecieron tocar un instrumento y ahí se enamoró del violín. Empezó a asistir en el tiempo escolar complementario -TEC, después de las clases académicas. En bachillerato continuó su formación musical hasta que logró entrar a la Orquesta Filarmónica Infantil de Bogotá, a la que pertenece actualmente. Confiesa que en los conciertos respira profundo y cuando sube a la tarima se siente algo nerviosa, porque hay muchos ojos mirándola, pero a la vez se siente ´chévere´ porque las personas ven el talento que tiene. “Siento lindo cuando me aplauden y cuando veo que las personas me miran, me concentro en la partitura, porque es más relajante mirar la partitura que ver el auditorio que está al frente”.

De acuerdo con Diana Patricia Martínez, la mamá de ´MaJo´ como cariñosamente le dicen, la niña pertenece a una familia de músicos. Sus hermanos tocan chelo, guitarra y piano. Un primo materno interpreta clarinete y saxofón y dos primos paternos, flauta traversa y trombón. Algunos de ellos también han hecho parte del programa Centro Filarmónico Escolar. “Hay vena artística en la familia, tanto de instrumentos como de canto”, reitera Diana Patricia. Como si fuera poco, su hermano mayor vive en Austria y le ha ofrecido, en reiteradas ocasiones, que cuando se gradúe del colegio vaya a estudiar en el conservatorio. A futuro, María José sueña con seguir tocando el violín y con enseñarle a muchas personas, lo que seguramente logrará, pues a decir de la señora Martínez, “Se le ha activado tanto el sentido de la música que ahora escucha una canción y a oído logra sacarla sola”. Así como logra afinar el instrumento a oído, sin necesidad de utilizar el afinador que le recomendó la profesora.  

Las bondades del programa

Diana Patricia Martínez es una de las tantas madres agradecidas con el programa que la Orquesta Filarmónica de Bogotá desarrolla en algunos colegios distritales de la ciudad, porque sus hijos han estado en el Laureano Gómez y los han podido aprovechar. “La música es como si l cambiara el chip mental a los jóvenes, con ella se vuelven disciplinados, juiciosos, se concentran más, además están ocupando el tiempo libre”, dice con satisfacción, al tiempo que agradece el apoyo de los docentes del programa. “Los profesores de la Filarmónica están siempre pendientes de los niños, se preocupan por su bienestar y su estabilidad, averiguan qué necesitan, son exigentes y cuando los niños no tienen la posibilidad de comprar los instrumentos les ofrecen soluciones. Así logramos sacar a los niños de las calles”.  

Aprovechar la oportunidad

Desde su experiencia Diana Patricia envía un mensaje a los padres de familia para que apoyen a sus hijos en sus gustos e inclinaciones artísticas o deportivas, “Ya que entre más actividades realicen en estos campos, pueden desarrollar mejor la creatividad y estimular las habilidades en otras áreas de su vida. Muchos papitos de niños nuevos me preguntan por el programa y yo les digo que aprovechen que el gobierno y las entidades nos dan esta oportunidad. Así no se tengan los recursos, con el apoyo de la Orquesta Filarmónica, el colegio y los maestros se pueden lograr muchas cosas. La música les abre la mente, ellos ya piensan de otra forma y se les facilita el estudio. Que los apoyen al cien por ciento”. Por su parte, María José también invita a los jóvenes de su edad a aprovechar el tiempo y a animarse a aprender un instrumento o muchos instrumentos. “Me gustaría que las personas que no estén en muy buenos caminos aprendan de música sin limitaciones”, dice. Una de las lecciones dejadas por este programa es que, cuando se quiere y se apasiona por algo, la vida misma se encarga de abrir los caminos para lograrlo. Y de eso dan fe los jóvenes estudiantes del Instituto Técnico Laureano Gómez, que se han convertido en los verdaderos “Hijos del Centro Filarmónico Escolar”.


El decidido apoyo familiar

Edilma Forero, Diego Alejandro y Linda Daniela Suarez Forero y Pedro Yesid Suárez.


La historia de Diego Alejandro Suárez Forero tiene una década de recorrido, desde cuando inició en el coro con tan solo seis años y cursaba primero de primaria. Quedó encantado con el programa y se motivó aún más, cuando le dieron la oportunidad de escoger un instrumento. “Tenía siete años cuando escogí la trompeta, porque es un instrumento emblemático de orquestas y bandas. Recuerdo que ya había mudado los dientes frontales de arriba y de abajo, es decir que ya podía tocar el instrumento. También recuerdo que había un profesor al que le decíamos ´Kike´”.  Su amor por la música es tan grande, que durante cerca de cinco años ahorró el subsidio proveniente de la caja de compensación para comprar su propia trompeta y así poder practicar en casa. Su gran apoyo son sus padres Edilma Forero y Pedro Yesid Suárez y su principal discípula su pequeña hermana, Linda Daniela, quien también hace parte del programa Centro Filarmónico Escolar del Instituto Técnico Laureano Gómez, donde interpreta el violonchelo. Para Edilma el proceso vivido por sus hijos en la formación musical por cuenta del programa de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, ha sido una experiencia muy bonita y un poco difícil al mismo tiempo, “Porque requiere mucha disciplina, alto cumplimiento, constancia y una buena dosis de humildad para escuchar las orientaciones de los profesores”. Confiesa que el primer año de pandemia fue algo duro, aunque afortunadamente la niña tuvo un instrumento prestado por la Centro Filarmónico Escolar y Diego ya tenía su propia trompeta en casa. “Las grabaciones de los conciertos fueron tenaces porque requerían mucho silencio y concentración y ahí fue donde nos dimos cuenta del esfuerzo tan grande que los niños hacen para llegar a donde están. Cuando uno va a un concierto no sabe cuántos esfuerzos han hecho ellos para sacar una obra y que suene así de emocionante”, dice la madre orgullosa. 

La magia de los conciertos

Los esposos Suárez Forero no se pierden los conciertos de sus hijos y en diez años de carrera ya no tienen la cuenta de la cantidad de espectáculos a los que han asistido. “Cuando los veo en escena se me desgarra el alma”, comenta emocionado Pedro Yesid. Por cuenta del Centro Filarmónico Escolar, los pequeños músicos han salido de Bogotá, han tocado en la Gobernación de Cundinamarca y en presentaciones privadas. Sin duda, uno de los espectáculos más significativos para su mamá Edilma Forero fue un concierto realizado en el teatro de la Universidad Minuto de Dios para un grupo de extranjeros. “Fue un espectáculo muy hermoso, ver a todos esos extranjeros bailando con la música de los niños fue muy bonito. Les pedían las canciones varias veces, tocaron ritmos como la gota fría, merengue y en general muchas canciones movidas. Y es que la orquesta suena muy bueno, pues tocan desde Beethoven hasta reguetón”, dice emocionada.

También confiesa que a toda la familia se le enchina la piel al verlos en los escenarios y tampoco se pierden los conciertos, pues no se esperaban que los niños obtuvieran ese logro. Cuando los conciertos son virtuales se comparten el enlace y muy emocionados se congregan para verlos. Pedro Yesid Suarez, es un padre convencido de que a los hijos hay que apoyarlos. Recuerda cuando ahorraron para comprar la trompeta de Diego Alejandro y revela que ahora están ´luchando´ para comprarle el chelo a Linda Daniela, que cuesta alrededor de tres millones de pesos, eso sí, aclara que el instrumento que toca en la Filarmónica en este momento vale alrededor de doce millones. “El sueño que tengo es verlo tocar en una orquesta de salsa. Me muero por la salsa y ahí hay mucha trompeta. Le he dicho a Diego Alejandro que me consiga la partitura de algunas canciones y las toque… y lo ha logrado”. Por su parte, Edilma reconoce que, junto con su esposo, son un apoyo grande para sus hijos. Pero también levanta su voz de agradecimiento a los profesores de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. “Los niños han tenido varios formadores, todos son muy bellas personas, muy humanos. Doy gracias a la profesora Dianys Trujillo, la artista formadora principal del proyecto en el colegio, quien les ha enseñado a los niños con mucha paciencia y sabiduría”, concluye.