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Bosques del Folclor es una agrupación de danzas folclóricas, creada por mujeres habitantes del barrio Bosques de Mariana que se congregaban para ensayar en agrupaciones de barrios cercanos, al occidente de la localidad de Engativá. Cuentan con el apoyo incondicional de la Junta de Acción Comunal, que les permite ensayar religiosamente dos veces a la semana en su salón. Entre las fundadoras se encuentran Carmen Cecilia Arias, Consolata Ramírez, Isabel Rodríguez y Rosario Jiménez. Consolata Ramírez revela que mediante voz a voz se ha ido propagando la invitación en el sector para conformar el grupo, que hoy lo integran una docena de mujeres, diez de ellas son personas mayores y dos más jóvenes, que buscan en el baile mitigar los desafíos de salud que enfrentan en la actualidad. Según Isabel Rodríguez, entre el repertorio tienen carranga, bambuco, vueltas antioqueñas, guabinas, entre otras danzas folclóricas colombianas. Ya perdieron la cuenta de las presentaciones que han hecho y de las invitaciones que han recibido. “Inicialmente nos presentamos en una actividad de la JAC en el parque del barrio. También fuimos al parque San Andrés y al centro comercial Diverplaza. Hemos recibido invitaciones de la alcaldía local, del centro día Los Cerezos y en los cierres de campañas políticas”, comenta con emoción. Todas dan testimonio de los beneficios que han recibido de practicar las danzas folclóricas, tanto en su salud mental como en la salud física y emocional.
Testimonios
“Yo dejé de asistir al grupo al que pertenecía porque tengo una limitación visual que se fue agravando y me impidió desplazarme sola, pero quería seguir bailando y me encontré con mis compañeras quienes me dieron la idea de organizar el grupo acá en nuestro barrio, para que no tuviera que desplazarme. De ahí surgió el grupo de personas mayores y de personas con alguna limitación física, porque esto nos ayuda a mejorar la condición”, explicó Rosario Jiménez, coordinadora de la agrupación.
Carmen Cecilia Arias, quien conoció a Rosario en el grupo del barrio
vecino, al advertir su situación de salud se ofreció a acompañarla en los
trayectos para que no perdiera los ensayos, en un acto de camaradería y
solidaridad. Posteriormente acompañó la formación del grupo de danzas en su propio
barrio.
A Sandra Valderrama, los siete meses que lleva en el grupo Bosques del
Folclor, el baile le ha servido como terapia para sortear su limitación visual
y mitigar las consecuencias de la parálisis que sobrelleva hace algunos años.
“Ahora puedo moverme, ya no me duele tanto el cuerpo y el oído lo tengo más
desarrollado”, dice con alegría y lanza unas palabras de aliento a las personas
que sufren algún tipo de discapacidad: “Que no se limiten, hay varias cosas por
explorar como danzas y deportes que ofrecen muchas curaciones”.
Nelly Rodríguez, madre de Sandra, reconoce que el baile ha sido una
muy buena terapia y ayuda emocional para su hija. Cuando vio bailar por primera
vez a la agrupación Bosques del Folclor en una presentación en el parque San
Andrés, quedó encantada y de inmediato pensó que sería una muy buena opción
para su hija. Fue así como contactaron a la señora Rosario para integrarse al
grupo y desde ese entonces la calidad de vida de madre e hija, ha mejorado
sustancialmente.
Adriana Martínez dice que practicar danzas ha sido muy bueno para su
salud, porque le da tranquilidad y paz; mientras que para Yomaira Gutiérrez ha
sido una terapia de distracción y relajación. Entre tanto, Marta Barbosa
reconoce que se siente mejor de salud desde que integra el grupo, ya que el
movimiento del cuerpo le ayuda a equilibrar las energías.
Blanca Ortiz, también se unió a la voz de sus compañeras y explicó que
danzar le ha ayudado mucho a salir de problemas y le mantiene la mente ocupada,
además le gusta el baile y la actividad física porque permanece activa.
El relato de Adriana Jiménez Sarmiento es aún más contundente: “Conocí
el grupo porque vine a inscribirme por sugerencia de mi hijo, para que me
moviera e hiciera cosas que activaran mi cuerpo, mi alma y mi mente. Bailar me
ha beneficiado un montón, pues yo tenía trombos en la cabeza y estaba
paralizada, no podía mover los brazos ni hacer ejercicios. Esto ha sido un
beneficio inmenso para mí. Hoy, mi hijo
me dice que me muevo como si no me pasara nada”.