Carlos Eduardo Martínez Mendez reconoce que, con el lápiz, el
carboncillo y la acuarela hizo un buen trabajo y se demostró a sí mismo que sí
se puede aprender.
Con el propósito de acercar las expresiones estéticas a personas que no tienen la oportunidad de relacionarse con ellas o tienen poca información sobre estos lenguajes, se llevó a cabo un taller de acuarela con usuarios del comedor comunitario y vecinos del barrio Las Ferias.
El
taller se desarrolló en el marco de las escuelas de formación artística y
cultural de Engativá, durante el semestre pasado, bajo la dirección del maestro
Omar Mauricio Moreno Bernal, quien explicó: “Lo que se hizo fue mostrarles cómo
desde la historieta se logra recoger su propia vida, crear o escribir relatos
autobiográficos, pero también cómo plasmar su proyecto de vida. Se trabajaron
estructuras narrativas a partir de viñetas, paisajes urbanos y rurales con
enfoque comunitario, caricaturas, ejercicios de creación colaborativa, poética
de los objetos y la construcción de crónicas a través de objetos de la infancia”.
El proyecto abordó temas comunitarios a partir de procesos de trabajo en equipo, en los que se rescató la memoria barrial y se fortaleció el sentido de pertenencia por el territorio, mediante la lectura de las imágenes del sector, el reconocimiento de los avisos, el análisis de colores y grafitis, etc.
Pintar para sanar
Entre
los logros que se alcanzaron con este taller de acuarela se registran, además
de los aprendizajes en expresiones estéticas, beneficios terapéuticos que dan
cuenta de las bondades que las diferentes expresiones artísticas otorgan a la
salud física y mental de las personas que, aunque no sean artistas profesionales,
encuentran en el arte un oasis para mitigar los vaivenes de sus vidas.
“Varias
personas llegaron con problemas de ansiedad, algunos estaban medicados. Otros
con problemas cognitivos manifestaron sentirse angustiados y encontraron en
este espacio una oportunidad para el encuentro y para la escucha”, reveló el
maestro Moreno.
Al
finalizar el taller, hubo una exposición en la Biblioteca de Las Ferias, donde
los participantes recibieron una mención de honor y compartieron con sus
compañeros, mientras vieron sus obras de arte expuestas como en las grandes
galerías. “Ahora tienen una visión distinta sobre los lenguajes artísticos, ven
que no son tan complicados y que la acuarela no es tan lejana como lo creían. Tienen
otra mirada de los procesos artísticos, construyeron su proyecto de vida y encontraron
una voz propia en el taller”, concluyó el maestro.
Emergen nuevos artistas
El Hormiguero habló con algunos participantes del taller, quienes dieron testimonio de los beneficios recibidos a través del aprendizaje de la pintura y la escritura.
Para Martha Mireya Ramírez Cadena, fue una experiencia muy hermosa trabajar la acuarela y redactar cuentos. “Estos dibujos y estas artes que hicimos con el profesor Omar me enseñaron a ser una persona más pasiva, a tener dominio propio, a ser más alegre y tranquila, ya que me sentía agobiada por la enfermedad de mi madre. También he aprendido a tener más madurez y a ponerme en los zapatos de las personas y entenderlas. Estoy muy contenta porque prendí a hacer sombras, a trabajar y analizar el dibujo, a hacer aguadas con acuarelas y otras técnicas que no sabía”. Entre tanto, Ana Marcela Orduz Ramírez, con tan sólo 13 años, manifestó que dibujar con acuarelas le dio tranquilidad y paz. “Aprendí muchas cosas que no conocía, me gustaron los paisajes que hice al carboncillo y en color porque me permitieron expresarme libremente sin que nadie me juzgue”.
Carlos
Eduardo Martínez Mendez reconoce que, con el lápiz, el carboncillo y la
acuarela hizo un buen trabajo y se demostró a sí mismo que sí se puede aprender.
“Fue una experiencia extraordinaria para dejar el estrés. Para las personas que
estamos llegando a la adultez, es importante desarrollar esta clase de trabajos
con los que nos alimentamos espiritualmente y recibimos regocijo. Hago la
invitación a los niños, jóvenes y adultos mayores para que realicen estos
trabajos que nos sacan de la rutina diaria y sirven para que las enfermedades
que llegan a través del proceso de la vida no los agobie tan prontamente”.
Por
último, Julio Enrique Reita, reconoció que durante los talleres aprendió a
compartir con las demás personas. “Expreso lo que siento y vivo, en mis pinturas
y mis escritos. En uno de los dibujos hice un caballo y a través de él estoy
manifestando los valores de los animales y de la vida. Es mi manera de ver las
cosas. En mis escritos también digo lo que siento, es una satisfacción personal.
El arte lo hace a uno más humano, con el arte se manifiestan los rasgos como
ser humano”.