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Con sus voces celestiales armonizadas con guitarra
y tambora, Patricia Serrato y Marco Palacio, desde hace más de 16 años van
llevando mensajes sanadores por toda Bogotá. |
Patricia Serrato y Marco Palacio conforman la
agrupación Mensajeros del Amor hace más de 16 años, dedicada a ofrecer un “refrigerio
espiritual” a través de canciones con hermosas letras de contenido espiritual acompañadas
con guitarra y tambora. Visitan personas que pasan por procesos de sufrimiento,
dolor, enfermedad emocional o física. Van a casas de familia, clínicas,
hospitales, fundaciones, hogares geriátricos y funerales, entre otros. De
hecho, muchas personas reúnen amigos y familiares y les invitan a cantar sin
motivo especial, únicamente con el deseo de recibir la vibración de sus voces e
instrumentos, para reflexionar y recargarse de buenas energías.
Música sanadora
“Si tomamos algo sólido y lo colocamos en el
microscopio veríamos cómo vibra, ya que todo es energía, vibración… y con más razón
la música, que afecta la estructura molecular de todas las cosas, de acuerdo con
la intención y el tipo de vibración. Una de las leyes del Kybalion (Documento
de sabiduría muy antigua de Hermes Trismegistro que explica las siete 7 leyes
universales) es la Ley de la Vibración. Es decir, todo es vibración” explica
Marco. En ese sentido, la aplicación de esa Ley se da también
a través de la música, la intención, las letras, las armonías, los ritmos, las
melodías, las palabras habladas y cantadas con propósitos sanadores, afectando
la materia, las emociones, la mente, el corazón y el ánimo de las personas. Por
lo anterior, “Al cantar música medicina, se producen efectos maravillosos en
las personas que las induce a estados de sanación, restauración, felicidad,
armonía, reflexión y conciencia”, concluye el artista. Cuando los Mensajeros del Amor visitan las personas,
comparten con ellas y entregan esa vibración a través de la música, perciben el
cambio de energía que se produce en las personas enfermas, deprimidas o tristes.
“Al llegar a ciertos lugares donde la energía está muy baja, a medida que vamos
compartiendo las canciones, las facciones del rostro van cambiando”, revela
Patricia. Así, cuando acompañan funerales, por ejemplo, cambia totalmente la
energía, las personas entran en un estado de aceptación de la muerte, logran
ver que no es tan trágica y que el proceso que están viviendo debe ser comprendido
y aceptado, pues es un diseño Divino. “Es impresionante cómo la música llega al alma y
transforma la energía. Lo experimenté yo misma, nunca pensé tocar un
instrumento ni cantar en vivo. La música impulsa al cerebro a hacer nuevas
conexiones y eso fue lo que yo pude experimentar, ya que a mi edad pude
practicar un instrumento, aprender canciones y compartirlas”, dice Patricia,
quien asegura también que “Como experiencia propia la música es una forma de
vivir y de intercambiar energía y de estar en estados maravillosos para el ser
humano”.
Al servicio
de la sociedad
En las canciones que interpretan Patricia y Marco,
se encuentran palabras o frases que ayudan a los procesos difíciles que están viviendo
las personas. “Lo normal, es que todos los seres humanos tengamos dificultades
y en ese sentido, la vida es como una escuela a la que venimos a pasar todo
tipo de situaciones donde hay dolores o tristezas a nivel emocional, o diversas
situaciones de sufrimiento, con el propósito de aprender y recordar nuestra
esencia Divina”, manifiesta Marco. Y en ese sentido, los seres humanos estamos
llamados a poner los dones y talentos que nos haya dado la vida, al servicio de
quienes lo necesitan. Durante sus conciertos, independientemente del credo
o la fe que profesen, los Mensajeros del Amor invitan a los participantes a
unirse en una canción-oración: “El Padre Nuestro”, cuyo mensaje invita al
perdón con las otras personas y con ellas mismas, aportando un granito de arena
a aquellos que, por diversos motivos, han sido víctimas de las circunstancias y
se han lastimado a sí mismas. Una de las canciones más solicitadas por las
personas se llama “Lo siento, perdón, gracias, ¡te amo!”, donde se hace una
reflexión entorno a las relaciones que se desarrollan con los demás, y en
ocasiones, las personas no pueden controlar la emoción de la liberación y sanación
espiritual, al punto de terminar en llanto.